Desde hace más de cuatro décadas, Pierre et Gilles no han cesado de producir retratos oníricos, fruto de la simbiosis de dos talentos y dos disciplinas: pintura y fotografía. Con su nueva exposición Nuit électrique —hasta el 26 de octubre en la galería TEMPLON de París—, el dúo pionero en la visibilidad LGBTQIA+ en el arte reafirma su longevidad en su sector y consolida su posición como retratistas del zeitgeist.
¿Cuadros o fotografías?
Desde mediados de los años setenta, Pierre —fotógrafo— y Gilles —pintor— han ido desarrollando un lenguaje inusual, a medio camino entre el erotismo poético, el kitsch corrosivo y el glamour cinematográfico. Sus fotografías, pintadas sobre lienzo, presentan personajes excéntricos; en su mayoría, chicos malos con carita de primera comunión que emergen de atmósferas diluidas. Sus obras retoman figuras emblemáticas de la cultura pop, ya sean entidades religiosas, efebos o iconos transgresores. Y la nueva serie Nuit électrique —completada en los dos últimos años— rinde homenaje a estos bajos fondos, a la cultura de club y a los paraísos artificiales, en un conjunto de veintisiete imágenes nocturnas.
Para evocar las noches de la mítica discoteca parisina Le Palace —abierta de 1978 a 1995—, los dos artistas emplearon luces de neón artificiales sobre fondo azul. En este proyecto no faltan sus personajes favoritos —marinero, ángel, pícaro, gamberro— ni sus musas: Amanda Lear, como actriz de teatro de bulevar; e Isabelle Huppert, en la piel de María Estuardo. Sus modelos aparecen a veces desnudos o tatuados, como parejas de enamorados o solitarios desilusionados, formando una troupe seductora, marginal y canalla. Y todos se sitúan en contextos indefinidos, que bien podrían ser un club, un parque de atracciones y un cabaret al mismo tiempo.
En medio de esta juventud gay, trans y mestiza, Pierre et Gilles han colado dos autorretratos. Uno como porteros trasnochados de discoteca leather y otro como jubilados joviales. Jugando con registros ambiguos, abrazan con humor su turbulento universo camp, que oscila entre el optimismo y la desilusión. Su trabajo se parece a su vida, como ellos mismos han declarado.
El savoir-faire de Pierre et Gilles
Pierre y Gilles se conocieron en 1973, y lo que comenzó como una historia de amor pronto derivó en una alianza artística profesional. En aquella época no había Photoshop y el revelado no conseguía plasmar la intensidad de color que Pierre buscaba; así que el paso natural era que Gilles pintara sobre las fotografías. Aunque esta práctica no era del todo novedosa en los setenta: Andy Warhol —a su manera— también se servía de ella. El dúo creativo sigue siempre el mismo protocolo: empiezan por los bocetos preliminares de Pierre, juntos reúnen los accesorios, visten y maquillan al modelo y preparan el decorado para que Pierre tome la fotografía. Una vez hecha, Gilles la realza meticulosamente con un pincel, exagerando y embelleciendo lo que considera oportuno. Y, por último, diseñan un marco que no pasa precisamente desapercibido para rematar la composición.
El resultado —brillante y resplandeciente— de este minucioso proceso es una creación extravagante y sublime. Estas piezas fusionan realidad, vida cotidiana, sueños y fantasías y constituyen una perfección estética que ninguna imagen generada por ordenador podría igualar. Marilyn Manson, Catherine Deneuve, Madonna, François Pinault, Laetitia Casta, Jean Paul Gaultier, Nina Hagen, Kylie Minogue o Rossy de Palma han sido algunos de sus célebres protagonistas. Maridando fotografía y pintura, Pierre et Gilles reinventan la imaginería popular para idear una iconografía única. Cada obra es el resultado de un trabajo extremadamente riguroso y exhibe una excelencia plástica que no admite peros. Y estos nuevos retratos nocturnos en la Galería TEMPLON de París lo atestiguan con gracia pop, referencias históricas, estupor y compromiso LGBTQIA+.
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Pierre Commoy (1950, La Roche-Sur-Yon) estudió fotografía en Ginebra y empezó a trabajar en París para las revistas Dépêche Mode, Interview y Rock & Folk. Gilles Blanchard (1953, Le Havre) pinta y trabaja como ilustrador para revistas. Se conocieron en 1973, se enamoraron y pronto empezaron a trabajar juntos. Se declaran artistas y artesanos. Su trabajo aborda temas de la cultura pop y gay, la pornografía y la religión, y está inextricablemente ligado a su relación y ámbito cotidiano. Sus cuadros representan a sus seres queridos, tanto anónimos como famosos, en sofisticados escenarios de tamaño natural confeccionados en sus estudios. Una vez impresa la fotografía en el lienzo, comienza el minucioso trabajo de pintura. En 1993 recibieron el Gran Premio de Fotografía de París.