Con un escaso presupuesto y gran creatividad, el estudio de Marcio Kogan ha diseñado el primer showroom de la firma de muebles Decameron. Para darle forma, se ha valido de contenedores marítimos en un proyecto que sabe combinar el reciclaje con una visión sensata de la globalización.
Alameda Gabriel Monteiro da Silva, Sao Paulo. Este es el nombre de la milla de oro de la decoración en la capital económica de Brasil. Pues bien, en un callejón con árboles quedaba una única parcela libre que fue arrendada por Decameron, empresa especializada en muebles contemporáneos y exclusivos. ¿Qué cabría esperar? Por supuesto, un espacio que no reparara en modernidad. Sin embargo, el ingenio del estudio de Marcio Kogan ha sabido añadir a este concepto dos de los temas más recurrentes en la cultura actual: sostenibilidad y globalización.
Como el presupuesto del cliente era escaso, y este último quería además respetar los árboles del solar (sin olvidar que las prisas por abrir apremiaban), se recurrió a un soporte prefabricado de fácil transporte y ensamblaje: el contenedor marítimo cuya presencia se ha acrecentado en la arquitectura de los últimos años por la pujanza de los productos made in China y su masiva exportación al resto del planeta. Si tenemos en cuenta que la vida útil de un recipiente de este tipo está comprendida entre los siete y los catorce años, abruma imaginar cuántos se desecharán cada año. “Estos objetos serán descartados en el caso de que no se les encuentre un nuevo uso,” afirma Marcio Kogan. “Todo un desperdicio, pues es un armazón potente con low tech visual y proporciones interesantísimas. Sin contar, claro está, que tardarán siglos en ser biodegradados”.
El uso de contenedores en trabajos de construcción no es nuevo. Desde principios del milenio se han multiplicado los ejemplos en Europa, donde se llegaron a levantar envidiables residencias estudiantiles en los Países Bajos, o en Asia, y más concretamente en Corea del Sur: allí se llegó a realizar un observatorio en el puerto industrial de Incheon. A destacar también la tienda de la marca Freitag en Nueva York o la estructura itinerante Puma City perteneciente al emporio de las prendas deportivas. Todo esto, sin contar galerías de arte, estudios de artistas o pabellones temporales que lo han usado como un elemento de modernidad radical barato y bien aceptado. En el ciberespacio, además, se multiplican los blogs y las páginas dedicadas a este tipo de arquitectura, una tendencia de lo más chic y responsable a la hora de diseñar edificios simples o complejos con bajo coste y menor impacto ambiental.
Decameron. Marcio Kogan en Sao Paulo
Pero, ¿de verdad se pueden adecuar estos containers a una modernísima tienda de muebles exclusivos y a medida? Técnicamente, el módulo es apilable hasta cinco niveles mediante unos enganches preexistentes que sirven para el transporte y almacenamiento en barco. Interiormente suele llevar un recubrimiento especial contra la humedad que protege la carga durante el viaje, y su suelo puede ser de madera o bambú mientras que el envoltorio es de acero o aluminio.
En la tienda Decameron, la primera construida con contenedores en Brasil, los habitáculos fueron forrados por dentro con tableros de densidad media o DM pintados de blanco para que destacasen los muebles y accesorios. Además, las dimensiones de estos dispositivos metálicos aumentaron soldando varios de ellos con el fin de crear túneles: galerías temáticas de acuerdo con las marcas expuestas. Por otra parte, dichos contenedores “pueden ser abiertos en sus dos extremidades forzando una ventilación cruzada que permite que el ambiente tenga una temperatura muy agradable,” añade Kogan.
Agregado a los espacios lineales, un hangar de doble altura se plantea como elemento cúbico de contraste. Con sus grandes puertas de policarbonato, esta zona más amplia conecta la tienda con el jardín interior y con la ciudad que espera fuera del callejón, y propicia áreas abiertas para las piezas del catálogo de la tienda. Por último, hay que llamar la atención sobre la transparencia de sus enormes puertas que se enfrentan al colorido de las galerías-túneles. El rojo, el morado, el amarillo o el azul destacan como una paleta naif y recuerdan a los bloques para ensamblar de los juegos infantiles.
Pero el contenedor no es solo un Lego. Es la respuesta estética y urbana a una propuesta comercial moderna, que en manos de Marcio Kogan se convierte en mucho más que en un simple recurso de construcción barata, versátil y reciclable. Por su forma, estas estructuras metálicas se pueden ver también como un leit motiv para Kogan. De hecho, en sus proyectos residenciales resuelve siempre con éxito las distintas ecuaciones sobre la flexibilidad del paralelepípedo. Un rizo que queda rizado con la tienda Decameron, ejemplo de creatividad, innovación y belleza.