Studio Roosegaarde. Paisajismos tecnológicos

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Dune. Studio Roosegaarde

Artista y activista de lo que conocemos como diseño social. Así se define el ingeniero y artista Daan Roosegaarde desde su estudio-laboratorio en Rotterdam. Apasionado por la relación entre las personas, la tecnología y el espacio, este holandés ha hecho de la conciencia medioambiental el punto de partida de todas sus creaciones. Para AVIXA dará una conferencia dentro de la feria ISE 2018 Integrated Systems Europe que tendrá lugar a principios de febrero en Ámsterdam.

El carácter cambiante del actual mundo del diseño y la arquitectura ha provocado que una gran oleada de estudios opte por propuestas efímeras y espacios pop-up. Conscientes de que lo que hoy es tendencia mañana ya se ha convertido en vintage, muchos profesionales proponen nuevos conceptos donde el dinamismo y la adaptabilidad al medio se imponen frente a la perdurabilidad en el tiempo. Una obra de gran tamaño parece resultar mucho más impactante si, además, el espectador sabe que al día siguiente no estará allí. El atractivo de lo efímero es aprovechado también como técnicamde marketing y reclamo publicitario. No lo olvidemos: el diseño tiene mucho más branding del que pensamos, y un proyecto es una marca en sí mismo y como tal hay que tratarlo.

Al frente de la oficina que lleva su nombre, Daan Roosegaarde no ha dudado un momento en especializarse en este tipo de propuestas, a las que añade un discurso sostenible, y a la vez tecnológico, con el objetivo de conseguir evocadorespaisajismos futuristas. Para ello se ha rodeado de diseñadores e ingenieros que, como él, han convertido la iluminación, el reciclaje y 1 y 2. Smog Free 3 y 4. Waterlicht. Amsterdam. 2015 la mejora del entorno en su motor de trabajo. Y para muestra, un botón. Uno de los ingenios más innovadores del equipo holandés es Smog Free (2015): algo así como un aspirador de niebla contaminada. Gracias al uso de sistemas iónicos, esta torre de siete metros de altura es capaz de producir, por hora, 30.000 m3 de burbujas de aire, y solamente con el consumo equivalente al de un hervidor de agua. “Deberíamos trabajar más, cuidar la Tierra en lugar de perjudicarla”, asegura Daan. “Los humanos hemos inventado máquinas para mejorar nuestras vidas. Inventamos la rueda y posteriormente los coches para liberarnos y viajar.

Pero esas mismas máquinas hacen que el aire de nuestras ciudades esté extremadamente sucio. En los Países Bajos, la gente vive nueve meses menos por culpa de la polución, y había que hacer algo”. Una campaña de crowdfunding puso en marcha el desarrollo de este purificador de aire. Una estructura que resulta aún más interesante cuando descubrimos que las partículas de carbono recogidas son utilizadas para crear joyas y reinvertir los beneficios de su venta en investigación. Como dato, añadir que después de limpiar los cielos de Rotterdam, Smog Free viajará por varios países, empezando por Pekín y Bombay, ciudades con un elevado nivel de emisiones de CO2.

El camino de baldosas amarillas

No sabemos muy bien si este hallazgo de El Mago de Oz tuvo algo que ver en el desarrollo del siguiente proyecto, pero de lo que no hay duda es de que el trazado lumínico planteado por Daan y su equipo no permite que nos equivoquemos de camino. El Carril bici Van Gogh-Roosegaarde (2014) fue concebido como una senda autoiluminada en Brabante, región holandesa donde nació y creció el pintor neerlandés por antonomasia. Para conseguirlo, el estudio ha desarrollado junto a la empresa Heijmans una pintura que absorbe la luz durante el día e ilumina por la noche. “Es un sistema totalmente autosuficiente y práctico, además de increíblemente poético”, asegura Roosegaarde. Una intervención que homenajea la obra de Van Gogh, Noche estrellada, y que responde a la necesidad de eliminar cualquier forma de contaminación.

Esta preocupación por la relación entre el ser humano y su entorno sobrevuela todo el trabajo del estudio. Dune (2013), por ejemplo, funciona como un híbrido entre naturaleza y máquina. Esta instalación se compone de cientos de fibras que brillan según los sonidos y el movimiento de los visitantes. Sensores, softwares interactivos y ledes son los grandes ingredientes de una estructura que reflexiona sobre el vínculo de las personas con el medio ambiente y que evidencia cómo el más mínimo roce influye y modifica todo aquello que tocamos. Arte interactivo para algunos, removedor de conciencias para otros.

Un proyecto muy similar en cuanto a su comportamiento es Flow (2007). Esta pared inteligente realizada con cientos de ventiladores interactúa con los visitantes, quienes van desencadenando un paisaje ficticio de campos transparentes y viento artificial. Igual ocurre con Waterlicht (2015), donde nos topamos con un mundo soñado que habla del poder y la poesía del agua. Como si debajo de una inundación nos encontráramos, con esta propuesta Daan ha querido mostrar hasta dónde podría llegar el océano si en los Países Bajos la ingeniería y la ciencia nunca le hubieran ganado terreno al mar del Norte.

Biomimética como principio de todo

La biomimética es una disciplina científica que investiga los modelos y los sistemas que se encuentran en la naturaleza, para aplicarlos a la resolución de complejos problemas de ingeniería. En esta línea, uno de los fenómenos que más fascinan a Roosegaarde es la capacidad de medusas o luciérnagas para generar luz. Por ello colabora con la Universidad de Nueva York para investigar este tipo de hechos.

Tal es su determinación en este ámbito que ha llegado a plantear un árbol genéticamente modificado para que emita su propia luz. Curiosamente, este trabajo se está llevando a cabo en EE.UU, ya que la legislación vigente en Europa no permite dichas prácticas. Y no han sido pocas las críticas recibidas por traspasar los límites de la ética. “Pero cuando pruebas y testeas -afirma Daan- sobrepasas algunas líneas. Y la necesidad de avanzar y descubrir cómo o qué pasaría, se impone”.

Permitir a un artista soñar y darle los recursos necesarios para hacerlo, nos pone en tesituras que de otro modo ni imaginaríamos. En el ámbito del diseño social, los creadores juegan un papel casi quijotesco. La heroicidad de querer cuidar el mundo libra curiosas batallas con los viejos modelos. Y las instalaciones de Roosegaarde tienen el poder de conectar arte, vanguardia y una comprometida educación medioambiental. “Nuestro objetivo es concebir paisajes sensuales y futuristas que nos involucren de un modo cultural, tecnológico y creativo”, afirma Daan desde su oficina. Funcionalidad y estética se conjugan para enfrentarse a la caducidad del diseño efímero. Porque lo que hoy es considerado como tal, mañana será el recuerdo de lo que una mente brillante imaginó un día.

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