Hasta el 1 de septiembre, el centro de artes LUMA Arlés acoge la exposición Living Landscape. Dos instalaciones del dúo neerlandés DRIFT, que se rigen por los principios del arte cinético y de los últimos avances de la tecnología con el fin de explicar el comportamiento de las cosas.
Otra forma de pintar La Noche Estrellada de Van Gogh
Hace tiempo que un cielo lleno de astros ya no es un paisaje inamovible. El impresionismo de Van Gogh encerraba extraños destellos en sus pinceladas para hacernos creer que la luna de su Starry Night hacía algo más importante que permanecer quieta. No es casualidad que, 136 años después, DRIFT haya logrado que ese mismo óleo se despegase de la tela y cobrase vida frente a nuestros ojos. Al dúo neerlandésle gusta hacer magia con la tecnología, jugar a ser dioses con lo biomecánico. Es por eso que el conjunto luminoso Electric Sky sobrevoló la torre LUMA de Frank Gehry mostrando, mediante hand coding y drones, una nueva forma de pintar el firmamento.
Pero la acción de DRIFT en Arlés no se detiene ahí. Lonneke y Ralph siempre reivindican unos principios creativos que toman los avances tecnológicos como metodología para trazar puentes con el medio natural. Hasta el 1 de septiembre, eso es lo que observamos en las dos instalaciones de la exhibición Living Landscape dentro de LUMA Arlés. Dos ejercicios interactivos donde el tándem sigue su estrategia característica: reprogramar y fusionar arte, inteligencia artificial y biología. Ya sea como advertencia, ya sea como estudio etológico.
DRIFT y su mirada cinética del mundo
60 bloques rectangulares nos persiguen reaccionando a la interacción. Murmuring Minds es un rebaño, una performance que examina intrincados patrones en torno a los procesos de ciertos ecosistemas. Seres totémicos que actúan de un modo autónomo hasta el punto de hacernos creer que están vivos al pensar el camino que deciden tomar. Quizás sea un paso más allá de lo que plantearon en Meadow (2017), pero con una intencionalidad distinta. Coexistir en sociedad implica seguir unas normas; en este caso, acatar unos códigos concretos. En eso, la vida no es tan distinta: movernos con las Murmuring Minds nos convierte en una mente más de la colmena. Lo difícil, a fin de cuentas, es salir de esa estructura prefijada.
Puede que sea conveniente seguir el consejo de “dejar de vivir en casas cuadradas” del propio Ralph Nauta. ¿Podría ser ahí donde comienzan los límites? Precisamente, Coded Nature mantiene una reflexión similar de libertad individual frente a enjambre social —por supuesto, también desde una visión naturista—. Aquí, una gran pantalla proyecta un grupo de estorninos digitales en tiempo real; un flujo continuo donde se diversifican las ondulaciones del vuelo según nuestro propio dinamismo. El resultado es una imagen llena de fluctuaciones cinéticas, un caos que, sin ninguna duda, esconde realmente un orden establecido.
DRIFT quiere hacernos entender cómo funciona el mundo. Creemos que todo está cimentado por el libre albedrío, pero ni siquiera nuestras células se reproducen sin seguir un esquema marcado por su propia condición. Los drones de Electric Sky surcaban la negrura nocturna obedeciendo un patrón programado, igual que sucedía en la famosa bandada de Franchise Freedom (2017) o en estas dos instalaciones. La labor de Lonneke Godijn y Ralph Nauta ha sido imprescindible para reconocer que el biomorfismo no es la única manera de trasladar los esquemas naturales en objetos palpables. Y gracias a su inclinación por la cinética y a su búsqueda por entender lo primitivo, ahora sabemos que el destino último de la naturaleza es el de abandonar la fisicidad para traducirse en algoritmos.
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