Vincent Leroy trabaja con el objeto escultórico. Lo idea, lo produce y lo coloca en diálogo con diferentes contextos y paisajes. Sus instalaciones son grandes esculturas cinéticas que han ocupado salas de museos y espacios públicos en diferentes ciudades del mundo. El punto de partida de sus creaciones está en aquello que le rodea, y siempre en un proceso intuitivo y emocional.
Nacido a finales de los 60 en Avranches, una pequeña localidad al noreste de Francia, Vincent Leroy creció en un ambiente rural, donde germinó su actitud curiosa y la vocación por experimentar y construir con las pequeñas cosas cotidianas. Llevó a cabo su formación en diseño en la Escuela Superior de Creación Industrial de París, ciudad en la que actualmente vive.
Durante nuestra entrevista vía digital, confiesa encontrar inspiración en la vida diaria y estar fascinado por el modo en que los comunicadores intelectualizamos la intención de las creaciones. “A menudo tengo la impresión de que los periodistas saben más de mi trabajo que yo”, afirma. Las esculturas cinéticas de Vincent Leroy se inspiran en sus experiencias en la naturaleza, en sus paseos en bicicleta, en el giro de la rueda… ¡una rueda de bicicleta girando! Antes, además, lo hacía en los viajes que ahora echa de menos, porque de Hong Kong, Shanghái, Estambul o Islandia brotaron nuevas ideas.
La dimensión poética de las esculturas cinéticas de Vincent Leroy
Room Diseño.- Escultura cinética es un término muy utilizado para definir tu labor. ¿Qué te interesó primero, la escultura o el movimiento? ¿Cómo conviven y se retroalimentan ambos conceptos en tu porfolio?
Vincent Leroy.- Me interesaba el movimiento mucho antes que el arte. Provengo de un sitio rural y me pasé la infancia fabricando mis juguetes, haciendo aviones, barcos y todo tipo de objetos que pudieran moverse. Poco a poco me atrajo la faceta poética del movimiento, lo que me llevó a transitar hacia creaciones menos funcionales, más abstractas y artísticas. Hoy, forma y movimiento son para mí inseparables. La forma revela el movimiento y este trae lo inesperado, da vida a la escultura. De eso trata la “cuarta dimensión” del objeto.
Una cuarta dimensión de la que ya hablaban Paul Cézanne y los cubistas y que, más tarde, sería tratada por referentes del arte cinético como Takis —con sus universos electromagnéticos— o George Rickey, que ya colocaba grandes estructuras de acero en las calles y jardines de Nueva York allá por los años 60. Autores que hicieron uso de la proporción y el equilibrio, de la gravedad, del viento o de la mecanización en la búsqueda del movimiento como recurso expresivo. También el propio desplazamiento de quien mira serviría de motor para la maquinaria cinética del artista Jesús Rafael Soto, quien buscó atrapar la atención del espectador como lo hacía el cine o la publicidad, a través del arte óptico. En las esculturas cinéticas de Vincent Leroy el movimiento es también una llamada de atención a ese transeúnte, el consciente y el casual: ese que no repara en su paisaje cotidiano hasta que un día lo encuentra cambiado y vuelve a sorprenderle.
Room Diseño.- Hay ocasiones donde lo cinético es parte de la narrativa de la localización y adquiere un sentido especial. Sucede, por ejemplo, en Molinoptere. ¿Cómo fue el proceso para dar forma a esta intervención?
Vincent Leroy.- Estaba de vacaciones con mi familia en el hotel Buenavista Country Suites en Lanzarote. Desde los ventanales de nuestras habitaciones, veíamos este molino sin aspas, que me recordó a un pedestal, un objeto inacabado. Estaba abandonado en medio de un campo de lava, el escenario era sublime y muy inspirador. Y comencé a dibujar e imaginar todo tipo de ideas antes de volver a su esencia primaria: generar movimiento gracias al viento. De regreso a París, seguí pensando en él y envié mis dibujos a Gonzalo, el dueño del hotel y del molino.
Arte y paisaje. Interferencias entre escultura y escala
En unos antiguos vídeos que documentan la instalación de un móvil en la Galería Nacional de Arte en Washington, se ve a Alexander Calder —precursor de la escultura cinética— abstraído. Aparece reunido con los ingenieros encargados del montaje de la pieza, y a ellos se les nota preocupados. Pero Alexander Calder estaba seguro de que los experimentos que le habían tenido encerrado en el taller durante semanas eran certeros, y que tendrían el mismo efecto y comportamiento tras multiplicar por 32 el tamaño del original. Heredero de aquel método, Vincent Leroy hace uso de la pequeña escala como campo de pruebas, y es aquí donde comienza a especular con el modo en que la dimensión, el color y los materiales influirán en la experiencia.
Room Diseño.- Hemos visto tu trabajo tanto dentro de una galería de arte como en el espacio público. En formato pequeño y también megalómano. ¿Cómo abordas estas distintas concepciones? ¿En qué escenario te encuentras más cómodo?
Vincent Leroy.- Todas las escalas son interesantes y alimentan mi labor de diferentes formas. Las piezas a pequeña escala me permiten un enfoque más experimental e intuitivo, porque las hago yo mismo y las uso a menudo para probar efectos, proporciones y aspectos que luego utilizo para mis instalaciones grandes. Cuando creo algo monumental es otro proceso diferente, porque muchas veces lo hacen otros. Por otro lado, me gusta la interacción que genera con el entorno y la gente, estamos en una modalidad más viva y menos solemne que en una galería.
Room Diseño.- Sí, vemos tus obras como un potente interlocutor con el lugar que ocupan. De hecho, muchas viajan e imponen una mirada sobre el contexto. ¿Cómo aprecias estas dos situaciones? ¿Cuánto hay de objeto autónomo y cuánto de site specific en tus propuestas?
Vincent Leroy.- Algunas se crean específicamente para una ubicación y solo tienen sentido en ese contexto, como es el caso de Molinoptere. Otras se presentan en distintos sitios, pero incluso cuando el trabajo es el mismo, siempre es una nueva aventura. Cada ámbito requiere adaptaciones concretas de dimensiones, fijaciones, iluminación, sonidos, etc. Y la historia que cuenta la instalación variará según donde se desarrolle y la gente que venga a descubrirla. Me gusta la idea de que el proyecto no sea un fin en sí mismo, sino un medio que te permite establecer nuevas relaciones con diferentes espacios o personas.
Room Diseño.- Es el caso de Halo. Ya hablamos de él en ROOM Diseño y planteamos que habría encontrado su lugar —su lectura más completa— en la iglesia de los Trinitarios de Arlés, después de haber recorrido diferentes enclaves en los últimos años. Ahora puedo preguntártelo, ¿cómo influye un emplazamiento como este en la lectura de Halo?
Vincent Leroy.- El simbolismo religioso de Halo Boreal alcanza todo su significado en una iglesia, que le da una dimensión espiritual. Pero debo decir que mi enfoque es más sensorial que intelectual. Me interesan los contrastes que se producen entre la ubicación y la instalación, ya sea en términos de temporalidad (iglesia ancestral, instalación efímera), de material (piedra, anillo hinchable), de sonidos, del diálogo entre la apariencia del anillo y la geometría del templo, entre la suavidad de la luz y la del movimiento… Para mí, es la emoción que despiertan todos estos elementos lo que genera una forma de espiritualidad. En 2015, cuando se instaló Halo Boreal en el MNAC, en el antiguo palacio de Ceausescu, la relación entre el anillo y la desmesura del sitio, entre su blancura y la del mármol, creó un sentimiento muy diferente, pero también muy fuerte
Experiencia sensorial
De las esculturas cinéticas de Vincent Leroy se ha dicho que son místicas, poéticas, que apelan a la emoción. Él se siente cómodo con estos adjetivos y apunta a la relevancia de despertar este tipo de conexiones con el contexto para que influyan también en las personas. Y aquí entran en acción los materiales y, sobre todo, su impacto. “Más que los propios materiales, lo que me interesa son los efectos que producen. La transparencia y la reflexión reducen los límites entre la obra y su entorno, y amplifican el diálogo entre ambos: la obra modifica la lectura del paisaje y este interfiere con la lectura de la obra”. Ahora, a pesar de haber visto interrumpidos sus desplazamientos y tener que abordar su tarea en remoto, confiesa sentirse bien trabajando solo y cerca de casa. Le preguntamos en qué está ahora, en qué gasta la nueva normalidad. Nos deja en ascuas y nos dedica un guiño por medio de emoji.
Room Diseño.- Y, para terminar, un clásico. Cuéntanos sobre tus próximos proyectos.
Vincent Leroy.- También terminaré con un clásico. Tengo muchos en marcha, sobre todo en Asia, pero no puedo contaros sobre ellos en este momento, porque todavía es confidencial. |