Es indudable que el Frontón México, como monumento artístico patrimonial, nos brinda una valiosa mirada al pasado a través de su composición, al tiempo que su sólida presencia presta su carácter a la imagen urbana de la plaza en la que se ubica. El proyecto de intervención realizado para este inmueble del primer tercio del siglo XX, fue concebido con la firme intención de respetar en su totalidad las características arquitectónicas representativas de la época de su construcción.
Los muros del Frontón México, aunque envejecidos, destacan como un ejemplo fiel de la arquitectura art deco en México. Fue diseñado por los arquitectos Teodoro Kinhard y Joaquín Capilla. Tienen una afamada fachada en pan coupé, con el nombre del edificio grabado, y planos sucesivos rectilíneos y sobrios, así como ventanas ochavadas. Poseé distintos relieves de estilo también art decó.
El frontis del frontón fue hecho con mármol sobrante del Palacio de Bellas Artes. La primera piedra del edificio fue puesta en 1928 y fue Emilio Portes Gil quien lo inauguró el 10 de mayo de 1929, convirtiéndose a lo largo de las décadas en un sitio popular en la capital. En sus tiempos de gloria se jactó de ser “el palacio de la pelota vasca”, ya que fue sede de varios campeonatos mundiales. También fue famoso por albergar competencias de artes marciales y del campeonato nacional de boxeo Cinturón de Oro, además de ser el recinto sede de las competencias de box en las olimpiadas de 1968.
El rescate del inmueble no fue a partir de una intervención para su conservación arquitectónica de la manera convencional, ya que con el tiempo esta ha pasado a formar parte de una estrategia de mayor alcance enfocada a la regeneración urbana y la sustentabilidad. Sin embargo, los procesos de conservación y en su caso de restauración arquitectónica, se llevaron a cabo con el fin de realizar la reutilización adaptativa del inmueble, abandonado a su suerte hacía varios años. En este caso retomando en gran parte el uso original, se desarrollaron acciones con el objetivo de habilitar de manera integral todas las instalaciones modernas con tecnologías de punta, brindando a los espacios las condiciones de seguridad y confort que se requieren en estos nuevos tiempos.
Los distintos sistemas modernos que se incorporaron al inmueble, al no haber existido originalmente, tuvieron que ser adecuados a las limitadas condiciones existentes, tomando decisiones que evitaran en lo posible la afectación de los elementos arquitectónicos originales. En este sentido hubo que hacer leves modificaciones para contar con espacio suficiente en los plafones y permitir la ubicación de los ductos de aire acondicionado. Los frisos de yeso con motivos clásicos se retiraron para colocarse nuevamente unos centímetros más abajo y no ser obstruidos por los ductos.
La instalación de las máquinas del sistema de aire acondicionado, que por especificación técnica deben de estar al aire libre, fueron colocadas en la azotea en la cual se construyó una mampara con el fin de no permitir que se vieran los equipos. Para el diseño de este cancel se tomaron en consideración los distintos ángulos de visión desde diversos puntos de la plaza para asegurarnos del mayor ocultamiento de los equipos. Con respecto a otras instalaciones requeridas se acondicionaron pasos para cables eléctricos, de voz, datos y se ocultaron los equipos respectivos. Para responder a los requerimientos normativos sin afectar espacialmente al inmueble, se colocaron bajo tierra múltiples equipos, así como cisternas para agua potable y de reciclaje.
Es indudable que el Frontón México, como monumento artístico patrimonial, nos brinda una valiosa mirada al pasado a través de su composición, al tiempo que su sólida presencia presta su carácter a la imagen urbana de la plaza en la que se ubica. El proyecto de intervención realizado para este inmueble del primer tercio del siglo XX, fue concebido con la firme intención de respetar en su totalidad las características arquitectónicas representativas de la época de su construcción.
A partir de un enfoque científico se realizaron estudios especializados para determinar las condiciones originales del edificio. Así se detectaron las adiciones y los agregados ajenos al monumento, mismos que fueron eliminados; y se identificaron los elementos originales para su restauración y reintegración al inmueble. Este tratamiento de recuperación de valores originales, a partir de una visión integral del proyecto de conservación del inmueble, se ha extendido de tal manera que el contexto urbano es incorporado al proceso de rehabilitación. Todo este proceso de restauración mencionado bajo el diseño y supervisión del el Arq. Pepe Moyao, su estudio y todo un equipo de Arquitectos e ingenieros.
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