A vista de pájaro, Villa Ypsilon aparece inserta en un olivar, a la manera en que tantas edificaciones vernáculas se han consustanciado con la tierra. Sin ejercer distorsión ni alteración, del mismo modo que las ruinas de los antiguos santuarios se han convertido finalmente en materia de la naturaleza.
Es necesario leer Villa Ypsilon desde esa vinculación a la ancestralidad mediterránea, para apreciar aún más el valor de esta vivienda: una espléndida síntesis entre una arquitectura atávica y las mejores cualidades de la contemporaneidad. En este sentido, es palpable una consciente sensibilidad y respeto hacia el entorno y el usuario. Esto se concreta no sólo en su sensata planificación según el recorrido de la luz solar, sino también en el desarrollo de técnicas de prefabricación que han garantizado una construcción rápida, barata y de mínimo impacto ecológico. Un proyecto que ha dado prioridad al uso de materiales locales y que ha permitido asimismo la creación de un espacio no sujeto a parámetros geométricos estándar.
La forma de la grafía griega ypsilon define la cubierta vegetal, lo que permite a través de su alargado extremo inferior hibridar la estructura arquitectónica con el suelo y crear una superficie exterior de circulación para los residentes. A su vez, mediante la bifurcación del tramo superior de la ‘y’, se articula la posición de tres patios. De igual manera, esta estructura sirve para establecer las principales vistas al exterior que se abren desde el interior de la casa. El ámbito doméstico más íntimo, los dormitorios y los baños, se orienta hacia el este; y el más público, cocina y sala de estar, hacia el sur.
Lassa Architects, el equipo de arquitectos fundado en 2009 por Dora Sweijd y Theo Sarantoglou, han concluido un brillante ejercicio de equilibrio y pragmatismo. Con él han demostrado que la experimentación con técnicas digitales puede culminar en una arquitectura que, en lugar de aséptica sofisticación o artificioso intelectualismo, exuda naturalidad y un hedonista disfrute de la vida, basado en la atemporalidad de lo esencial. Y todo ello, mirando a nombres como Eero Saarinen, Zaha Hadid o Van Berkel & Caroline Bos y sus indagaciones digitales con geometrías no-euclidianas.