Caterina Roppo, artista y consultora textil, vivió una experiencia cercana a la muerte que desembocó en un trastorno severo de estrés postraumático. Las cicatrices físicas y psicológicas requirieron terapia, y ese procedimiento fue el germen de Trayma, término que viene del griego y que quiere decir “herida”.
Arte textil inspirado en lo geológico
Hiere lo que perfora o corta, lo que atraviesa la superficie y penetra, lo que deja una marca y, por tanto, nos cambia. A menudo, recuperarse de ello no implica volver a ser el de antes, sino aprender a vivir incorporando esa vivencia.
Curiosamente, la roca —símbolo de lo duro y lo inflexible, de la resistencia al entorno y de lo eterno— se erige en el imaginario de Roppo como insignia de resiliencia y de adaptación al medio. En las ruinas arquitectónicas y en los sedimentos geológicos, la artista encontró una metáfora para esta narrativa de la herida y el proceso traumático. La siguiente pregunta que le surgió fue cómo llevar esta conversación al contexto del arte. Y ahí nació la paradoja maravillosa en esta serie de obras: eligió la fórmula textil para trabajar con un material sin aristas, blando y amoldable, que envuelve, arropa y reconforta. Un concepto opuesto a lo pétreo.
El diseño esperanzador de Caterina Roppo
Las piezas de Roppo fascinan por ese contraste y realismo visual, esos relieves hipnóticos representan transformaciones que tuvieron lugar durante miles de millones de años. Las capas de sedimentos y los restos que componen los fósiles aparecen simulados por fibra de yarn, en una técnica inventada por ella en la que tensa el tejido con puntadas y aporta volumen usando vapor caliente hasta llevarlo a las tres dimensiones. Posteriormente pinta las telas con un método que ella misma denomina “sangrado” —en el que emplea tanto pinceles como aerógrafos—, logrando unos resultados tremendamente estéticos.
Su labor artística tiene, además, otras connotaciones y beneficios sobre los que la autora reflexiona. “El textil es un lenguaje con orígenes ancestrales que conserva la artesanía, el rito y la conciencia necesarios. (…) Me gusta pensar que el sector de la confección aún mantiene aspectos rituales, que son funcionales para el ser humano en términos de concentración, conciencia y desarrollo personal. El riesgo que veo en la era digital, de la que formo parte y que utilizo con placer, es perder el valor del tiempo. En el textil, uno se ve obligado a la paciencia, que también es un valor fundamental.”
Tiempo, otro elemento vital en la superación de un trauma. Como siempre se ha dicho, el tiempo todo lo cura y pone cada cosa en su sitio. Esa parece la moraleja que subyace en estos tapices rocosos, en esta geología mullida. La herida acabará siendo cicatriz; la fibra trenzada, tela; el limo, roca y las rocas, montaña. Todo es cuestión de paciencia, de paciencia mineral, y aunque en nuestros días parezca que no, ese es un mensaje de esperanza.
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