En pleno corazón histórico de Sevilla se encuentra el reciente Hotel Casa de Indias, un hotel boutique que transmite comodidad e innovación sin olvidar las raíces andaluzas. En este entorno histórico, la firma de baños Laufen se ha encargado de dejar su marca: baños con el minimalista elegante y contemporáneo, marca de la casa suiza, firmados por Konstantin Grcic, y Peter Wirz.
Un viaje ecléctico al siglo XVI
Una casa señorial del siglo XVI, un lugar icónico y un viaje idílico entre pasado, presente y futuro. Con estas premisas, el grupo Intur ha querido abrirse paso en la capital hispalense, instalando en un edificio de fachada regia uno de sus hoteles con más alma. El contraste entre lo moderno y lo sacro se conjuga no solo en su interior, sino también en la propia ubicación. La Plaza de la Encarnación, bautizada por la intervención del arquitecto Jürgen Mayer como las Setas, es sitio de referencia del ocio sevillano. La monumentalidad de su pérgola de hormigón y madera recorre la tradicional plaza de una punta a otra a través de sinuosas formas, como una techumbre que protege del intenso sol y que da cobijo a nuevos espacios de disfrute.
La monumentalidad de la pérgola de hormigón y madera diseñada por Jünger Mayer recorre la tradicional plaza de una punta a otra a través de sinuosas formas.
En este contexto, la conversión de las ruinas del antiguo convento de Regina Angelorum en un hotel exclusivo no sorprende. Con la mirada puesta en la restauración y la protección de sus ambientes más distintivos, el estudio de arquitectura OA110 ha sido capaz de respetar la esencia más pura del inmueble, de ahí que el nuevo armazón rehabilitado conserve zonas originales de la casa como la fachada, las escaleras y el patio, símbolo del claustro castizo de las corralas andaluzas.
Laufen. Minimalismo suizo
El interiorismo, a cargo del estudio Las2Mercedes, plasma un diseño innovador y ecléctico, pero salvaguardando el carácter sevillano. Su estética genera armonía y cuidado en cada pieza, en la que se han empleado materiales como la madera y la piedra natural, además de colores y texturas en tonos claros y azulados. La diferente altura de los techos y la variación en el tamaño y en la distribución de las 61 habitaciones muestra autenticidad y respeto por el pasado, por eso en la mayor parte se han mantenido paredes de ladrillo visto, como un eco de los muros antiguos del convento, y la solería inicial restaurada.
Sello Laufen. En los baños, destacan la ligereza de la bañera exenta Val, del alemán Konstantin Grcic, y el inodoro y bidé suspendido de Peter Wirz.
La apuesta por la firma suiza Laufen, para moldear los baños de cada estancia, supone el broche final con un trabajo impecable. Las trazas señoriales siguen estando vigentes gracias al minimalismo de sus productos, que dialogan con el lugar y ofrecen funcionalidad, elegancia y mucha versatilidad. Destaca la ligereza de la bañera exenta Val, del diseñador alemán Konstantin Grcic, y el inodoro y bidé suspendido de la serie Pro de Laufen, diseñado por Peter Wirz.
Lo clásico se rejuvenece en todos los rincones del entorno, lo que da como resultado una burbuja temporal que nos permite alojarnos en un templo ilustre acomodado a las necesidades actuales. No obstante, los placeres del hotel se extienden más allá de la privacidad de las habitaciones. El edificio cuenta con dos patios, un salón de lectura, dos salas para eventos y reuniones y una cafetería con oferta gastronómica de No Piqui. Aunque, sin duda, la gran joya se halla en su ático con terraza—con bar, piscina y solárium—. Un mirador en el que relajarse, disfrutar de un tentempié con el paisaje urbano y perderse entre los tejados de esta ciudad eterna.
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