Diseño gráfico latinoamericano

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¡Desarme ya! Frank Guzmán. Venezuela
¡Desarme ya! Frank Guzmán. Venezuela

Durante algunas semanas hemos podido visitar en Madrid, con motivo de la III Bienal Iberoamericana de Diseño (BID), una amplia y variada muestra de proyectos actuales, firmados por creadores de muchos de estos países y de todas las ramas de la especialidad. En este caso, hemos querido centrar la mirada en el ámbito del diseño gráfico, y más concretamente en el latinoamericano, con la intención de reflexionar en torno a una pregunta: ¿hoy por hoy, existe realmente una Latinoamérica gráfica con genética y particularidades propias?

La mezcla cultural, a la que dio origen el encontronazo entre los caballeros ibéricos y los nativos americanos, es un aspecto esencial en toda manifestación creativa surgida desde estos países. Por supuesto, también en lo referente a la expresión visual y, por extensión, al diseño gráfico. Además, en Latinoamérica, a esta combinación habría que añadir dos factores de enorme relevancia. Por un lado, las influencias europeas más allá de España y Portugal: en la primera mitad del siglo XX, miles de personas huyeron de una Europa abatida por la guerra, a países como Argentina, Brasil, México o Venezuela. Y por otro, el factor yanqui. Es muy reconocible, en algunos trabajos, el estilo moderno y posmoderno estadounidense, sobre todo en la década de los noventa.

De tan singular y ecléctico cóctel han surgido proyectos gráficos extraordinariamente dispares, sea cual sea el área que tratemos: cartelería, editorial, branding, señalética, multimedia, etc. Por otra parte, y como no podía ser de otra forma, se observa una evolución desde aquellos trabajos de los años cincuenta y sesenta del pasado siglo (que representan los orígenes del diseño latinoamericano, tal y como lo entendemos actualmente), hasta nuestros días, ya inmersos plenamente en el siglo XXI. Podríamos decir que en sus comienzos, la influencia europea, más racionalista, tiene una marcada presencia con sutiles guiños -más o menos evidentes- a la iconografía cultural y mitológica prehispánica. Este estilo equilibrado se va desvaneciendo, en los últimos años del siglo XX, hacia una desmesura formal y cromática, que introduce, en ocasiones, elementos folclóricos de cada lugar, con intención reivindicadora de la particularidad. En definitiva, diseños tremendamente expresivos, en los que el trazo manual o la imagen digital golpean con fuerza al observador.

En la actualidad, poniendo como referencia los proyectos de la ya citada III Bienal Iberoamericana de Diseño, retomamos la pregunta inicial: ¿existe una gráfica latinoamericana con sello propio? Yo diría que no. Observamos propuestas de alto nivel creativo y formal, que comunican bien, que cumplen magníficamente su cometido y que resultan atractivas y contemporáneas, pero desde luego podrían haber sido realizadas en Bogotá, en Praga o en Osaka. Lo cual es sencillamente el resultado de la incesante tendencia a lo global, cuyo principio activo es principalmente la red. Internet ha despedazado en muy poco -poquísimo- tiempo el concepto de frontera. Por supuesto, las fronteras físicas siguen teniendo vigencia, -que se lo pregunten a los que se empeñan en levantar muros para separar lo bueno de lo malo-, pero en lo relativo al acceso a la información, es cada vez más difícil marcar límites. Esto, en principio, resulta muy positivo, pero también conlleva una homogeneización sociocultural, que hace que los rasgos propios de cualquier lugar cada vez se diluyan con más rapidez, para dar lugar a una sustancia global, cuya materia es fundamentalmente la tendencia.

Visita la web de la III BIenal Iberoamericana de Diseño

 

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