En una zona apretada de edificaciones pequeñas en Seongdong-gu, al este de Seúl, se ha construido una tienda atípica. Siguiendo uno de los lemas de la empresa Sumsei: “está bien no comprar”, el estudio NONE SPACE ha dado forma a la definición de experiencia sensorial. No en vano, Sumsei Terrarium pretende despertar y activar los cinco sentidos en su recorrido interno.
La tienda terrario que atrapa la naturaleza
La ubicación es un continuo de contrastes. El espacio se encuentra emplazado bajo la sombra literal de las torres de una filial logística de Hyundai y junto Seoul Forest; un parque que está atravesado por dos autopistas y por familias de gamos a las que alimentar. Y al borde de este, en un área de construcciones anodinas, se ha decidido colocar Sumsei Terrarium, una edificación de unos 100 m2 y cuatro pisos, también insulsa al exterior, pero impresionante por dentro; como una geoda con múltiples dioramas en su interior a escala humana.
Sumsei es una marca que no quiere que olvides las emociones experimentadas en la naturaleza para rememorarlas en cada instante de tu vida. Su producto para conseguir esto es, curiosamente, un secador de pie. A modo de báscula y con formas redondeadas, te seca al montar en él cuando sales de la ducha. La memoria de la naturaleza en un secado al aire, desnudo, con esencias. El estudio NONE SPACE traduce esto en una flagship store offline que, a través de los recuerdos, activa la sensibilidad del visitante, que no tiene por qué ser comprador.
Una experiencia inmersiva para despertar los sentidos
La experiencia inmersiva empieza en la planta baja, a la que se accede descalzo y prácticamente a oscuras, con la compañía de una vela; el suelo es de grava y los muros simulan los de una gruta. Al final del trayecto —que haces ayudándote del tacto rugoso en los laterales— se llega a una sala de reflexión ligeramente alumbrada desde arriba por una apertura directa al cielo. Dejas la vela porque se ha acabado la noche y subes las escaleras hacia el próximo momento temporal: el amanecer, donde todo se ve en blanco y negro gracias a una tenue iluminación, a la niebla y a los reflejos nada precisos de los cristales. Aquí el agua está presente, tanto en el ruido de su caída como en el terreno pantanoso que se debe cruzar.
La siguiente sección es la del viento, que mueve pequeños juncos plantados sobre la cabeza. Más arriba, aparece el Sumsei Forest, en el que se terminan de despertar todos los sentidos dentro de un ambiente orgánico, totalmente cubierto de vegetación y donde se invita a beber un refresco mientras se escucha el trinar de los pájaros. Pero aún queda un último nivel, la de la autoconsciencia, nuevamente cartesiano como lo eran los anteriores.
También abierto y enmarcado por altas paredes rectas y permeables que contienen plantaciones de bambú, sitúa en su centro una lámina de agua y, sobre ella, un espejo redondo que cuelga libre, girando según el viento. Su superficie devuelve el reflejo de todos los elementos de la estancia y, cuando se alinea convenientemente, el tuyo propio, haciéndote consciente de la presencia y confirmando tu ser, supuestamente hiperactivo en sensaciones tras el recorrido, las pausas, las reflexiones y el ascenso. Un trampantojo emocional que, si funciona como dicen, es para visitarlo una y otra vez. Antes y después de tomarse un café o de seguir de compras en uno de los establecimientos que se apelotonan en la zona.
La naturaleza también invade otros espacios como el Trudo Vertical Forest de Stefano Boeri, ahora edificado en Eindhoven.
Secadores de pie
En Seongdong-gu, al este de Seúl, Corea del Sur.
