Nortstudio son Jef De Brabander y Kathleen Opdenacker
Durante los últimos años, mucha de la savia inyectada por la cultura y los procedimientos del diseño en los viejos modos artesanos —y viceversa—debe mucho al mejor diseño holandés y, más subsidiariamente, al belga.
A la vista del aire modular y geométrico de sus objetos más conocidos, quizá sorprenda relacionar el trabajo de Jef De Brabander y Kathleen Opdenacker (Nortstudio) con la artesanía, pero solo si restringimos esta a la exhibición ostentosa de maderas sin desbastar y a los textiles fragantes y texturados. En efecto, esta pareja establecida en el norte de Amberes –en un abigarrado barrio multicultural, de ahí el nombre de su estudio, que nos evoca grandes latitudes boreales– se mueve con más comodidad entre resinas acrílicas que entre cerámicas y fragmentos de naturaleza por transformar. Sin embargo, su manera de encarar el diseño es netamente artesanal: piezas autoproducidas, a menudo custom made, y manufacturadas con sus propias manos en su taller, donde reparten el tiempo con la crianza de cuatro hijos.
Desde 2016, Kathleen y Jef experimentan con los materiales mediante criterios conceptuales y analíticos, poniendo en común la formación fundamentalmente gráfica de ella y el perfil más volcado en la ingeniería industrial de él. Sus objetos más famosos, como el banco Urban Shapes, traducen en términos abstractos la geometría de los restos de construcción que uno puede encontrar en cualquier obra de una ciudad en crecimiento: fragmentos cilíndricos de tuberías o bloques cúbicos de hormigón se vuelven formas simples y coloreadas, que permutan libremente unidas por una trama metálica de las que suelen usarse como superficie para escaleras y suelos técnicos.
Visto en planta, vienen a la mente las composiciones puristas de los cuadros de Le Corbusier y Ozenfant, aunque el fundamento está más bien en la gramática de la forma y el cromatismo desarrollado por el elementarismo vanguardista de De Stijl en la Holanda del primer cuarto del siglo XX. Esa inspiración profunda es aún más evidente en los taburetes Form, cuyo asiento se resuelve con un color complementario de las tintas usadas en los soportes. Al cabo, Rietveld no era más que un carpintero.
