KikeKeller nos transporta a otra dimensión canalla, en la que los maniquíes parecen portar máscaras de gas o la barra de un bar amenaza con arrancar motores en cualquier momento. Os presentamos su visión steampunk del diseño.
Muebles para el Nautilus
Pensemos en una enorme nave marítima capaz de cruzar el mundo bajo las salinas aguas del océano. Dentro, los pasillos se alargan, la amplitud de las estancias causa asombro y el ornamento se mide al detalle. Sin embargo, en cada recoveco aparece una pequeña fisura temporal en la que el esplendor se hibrida con lo industrial.
El efecto genera un gran contraste, ya que los lugares donde normalmente habita la armonía, ahora se ven invadidos por la máquina. Si Julio Verne hubiese estado a cargo de la decoración del Nautilus, habría utilizado el mobiliario de KikeKeller para transformarlo en un hito retrofuturista.
Kikekeller. Diseño singular
En su polifacético showroom/bar —ubicado en la madrileña calle Corredera Baja de San Pablo—, la imaginería de un próspero tiempo anterior se solapa con la idea del porvenir. Las creaciones se conciben a medio camino entre lo que ha sido y podría ser el vaivén cotidiano de nuestras vidas. Todo es susceptible de convertirse en un objeto preciado: la delantera de un coche, pomos oxidados, turbinas o restos de chapa. Nada se abandona a su suerte, sino que se recicla, se ajusta y se trabaja. Kike Keller es un artesano que moldea a medida lo que ha existido para hacer de ello algo singular que impacte con su estética.
La dimensión canalla del Steampunk
Bajo la estela del steampunk y el dieselpunk, acercarse a sus piezas es dialogar con la ciencia ficción. A través del uso del acero negro como material predilecto y la pátina de óxido como toque secreto para culminar sus producciones, KikeKeller nos transporta a otra dimensión más canalla, en la que los maniquíes parecen portar máscaras de gas o la barra de un bar amenaza con arrancar motores en cualquier momento. La magia de su estilo posindustrial altera con delicadeza los espacios en los que se insertan sus obras y provoca en quien los contempla un extraño enigma.
Quién sabe si podrían ser el mejor modo de embellecer un búnker propio o el perfecto atrezo para una película de Ridley Scott. Lo único cierto es que bajo la luz de sus lámparas la realidad se aventura sencilla, clásica, pero llena de misterios. Quizás sus muebles sean la manera más directa de revelarnos que el pasado siempre vuelve en forma de futuro.
El equipo Kikekeller está compuesto por Celia y Kike Keller
Los metales. Si están oxidados mejor
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