La empresa de cosméticos Harmay continúa la expansión de tiendas físicas con su último punto de venta en China. Lo hace, eso sí, poniendo en práctica una vez más el estilo brutalista que caracteriza sus espacios.
Hace tres años, la marca rompió la barrera de su escaparate virtual para pasarse a un escenario que le permitiera estar más cerca de sus clientes. A finales del 2019 lo hizo posible una vez más gracias al estudio de Shanghái AIM, que domina a la perfección la identidad y los valores de la marca.
Área de contrastes
El estilo brutalista empieza a desarrollarse a partir de los años cincuenta de la mano de Le Corbusier. Alcanzó su esplendor en las décadas siguientes, aunque a partir de los 80 su demanda comenzó a bajar notablemente hasta quedarse prácticamente sin seguidores.
Parecía que el carácter de edificios como las Torres Blancas, de Francisco Javier Sáenz de Oiza (Madrid), La Fábrica, de Ricardo Bofill (Barcelona), o la Torre del complejo de Cuzco, de Antonio Perpiñá (Madrid), estaba lejos de un renacimiento. Y, sin embargo, en el siglo XXI vuelve a resurgir; aunque desde otra perspectiva.
AIM apuesta por llevar el brutalismo a un punto radical de lo más minimalista e industrial: despliega en 141 m2 lo puramente esencial, evitando el uso de revestimientos u ornamentos que pudieran salirse de la directriz establecida.
El interés aumenta en el interior considerablemente: la multitud de cajones de acero inoxidable que guardan los muros de ladrillo y hormigón contienen unos artículos —cuyo packaging resulta decididamente colorido — con puntuales detalles orgánicos y de variadas formas y tamaños. Se muestra entonces una lectura del contenido tan diferente a la de su continente, que es inevitable acudir a su llamada de atención.
“Anti-tienda” con reconocimiento
Harmay invita a sus clientes al juego de abrir y cerrar los cajones para que busquen y encuentren. La experiencia es similar a la de estar en el interior de una caja fuerte; aunque esta vez el color del material principal, el uso de espejos y algún perfume que han dejado a la vista, nos borran —aunque no del todo— esta sensación.
Retar al mundo del interiorismo con proyectos valientes como este tiene su mérito. Por eso, este y otros establecimientos de Harmay han sido galardonados con diferentes premios y reconocimientos. El último —el World Interiors News Awards (WIN Awards)— a finales del pasado año por este establecimiento en Hong Kong.
Propuestas que trascienden
Un lugar que no cumple “las normas” —prácticamente no vemos los cosméticos— lleva al cliente a realizar el esfuerzo de dar con el producto. Puede parecer paradójico, ya que lo que debería primar es el acceso a la mercancía y la facilidad de la compra, y no unos obstáculos que impidan o retrasen el proceso.
La realidad es que contar con proyectos así acercan al visitante a una experiencia sensorial, a un acto de exploración, dominación del espacio y búsqueda. Porque en una sociedad que no para y consume a velocidades de vértigo, alternativas como estas son de agradecer.