Esto sí es una silla. La colección Matching Seats en el MAD Brussels

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La silla, humilde y osada, ha sido siempre más que un objeto cotidiano: es un testigo mudo de nuestras transformaciones. En la muestra Matching Seats, el MAD Brussels exhibe este mobiliario como un artefacto esencial que se reinventa a través de la mirada de Galila Barzilai, con piezas de una generación de diseñadores que celebran lo inusual.

La silla como sentido de la vida

Sigue siendo el objeto fetiche de todo diseñador: hacer una silla tiene algo de humilde y también de osado. Es un objeto que, aunque no siempre esté pensado para el descanso, está destinado a recoger nuestro cuerpo. Probablemente sea uno de los primeros que nos acompaña desde siempre, y es fácil trazar nuestra historia y comprender grandes cambios sociales a través de los asientos de una época. Por eso, en el mejor de los casos, una silla es una escultura que podemos habitar. Y, aunque el simple gesto de colocar las posaderas es tan universal como atemporal, quizás la superficie que las recoge no lo sea tanto.

silla, MAD Brussels
Matching Seats. Galila Barzilai. MAD Brussels
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Matching Seats. Galila Barzilai. MAD Brussels

Hasta el 3 de mayo, el MAD Brussels —centro dedicado a la moda y el diseño— acoge la exposición Matching Seats. Una muestra donde las sillas que se exponen no responden a la imagen más probable que tenemos de ellas, aunque todas lo sean. Lo que vemos es parte de la colección privada de Galila Barzilai, patrona y coleccionista belga que, durante los treinta años que duró su matrimonio, se propuso compilar antigüedades con su marido. Tras viajar a Nueva York para sacudirse la tristeza por enviudar, acabó por error —como ella misma cuenta— en una feria de arte contemporáneo donde encontró un sentido a su vida que creía perdido.

silla, MAD Brussels
Matching Seats. Galila Barzilai. MAD Brussels

Desde ese mismo instante en 2005, inició una recopilación intuitiva, guiada por la pasión, que con el tiempo se ha convertido en el proyecto P.O.C. —acrónimo de Passion Object Collection—: una de las colecciones más interesantes y eclécticas de Bélgica. Barzilai lleva 20 años sumando piezas de creadores jóvenes, independientemente de su cotización en el mercado; le interesa la mirada y la forma, mantiene una correspondencia con los artistas a los que apoya, se encarga de prestar sus obras y contribuye al presupuesto de producción. No perdona una feria, no falta a un evento internacional. Mantener la creatividad —y la creación— viva fue su respuesta ante la muerte de su marido. Así cambió las antigüedades por el presente y se volvió una auténtica mecenas a la antigua usanza, en un mundo que se mueve a la velocidad de la luz.

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Galila Barzilai

Una colección multidisciplinar en el MAD Brussels

Matching Seats podría considerarse una serie dentro de su gran colección, como explica Barzilai. Ella organiza sus adquisiciones alrededor de núcleos temáticos como ojos, huevos, trabajos en blanco y negro, procesos de reciclaje y reutilización… Y cada una de las sillas representan uno de estos ejes centrales. De todas ellas podríamos trazar una genealogía de intereses en influencias, pero todas derrochan y reflejan la alegría y vitalidad de su dueña.

silla, MAD Brussels
Matching Seats. Galila Barzilai. MAD Brussels
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Matching Seats. Galila Barzilai. MAD Brussels

En este recorrido, Laura Lima y Johan De Wit reconocen la herencia de la famosa Red and Blue de Rietveld en su pieza de malla metálica: un mueble cuadrado en un color primario muy bauhaus siglo XXI, primo hermano del mobiliario etéreo de Muller Van Severen. La obra de Sofia Leitão, hecha de espejos, evoca en realidad un asiento cubierto —que no enfundado— como un fantasma. Una tela que se posa para evitar que el polvo se adueñe de ella, dando lugar a una textura que recuerda tanto a los tejidos pétreos de las esculturas clásicas como a las bolas de discoteca. Y, por su parte, el alemán Kai Linke coge la omnipresente monoblock de plástico hasta modificarla y hacer de ella una creación gótica, pintada en un lila kawaii.

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Matching Seats. Galila Barzilai. MAD Brussels
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Matching Seats. Galila Barzilai. MAD Brussels

Igualmente, Alessandro Guerriero emplea rectángulos translúcidos en colores que nos hacen salivar para erigir un asiento en el que están Mondrian, Sabine Marcelis o las piruletas vintage que ya solo venden en Caramelos Paco. Asimismo, aquí no podía faltar la silla hecha de palos y cinta de ferretería para reclamar la sencillez y el lema do it yourself —gesto que ya no podemos considerar punki por estar tan manido—. Tampoco los contornos orgánicos, en este caso bulbosos, a cargo de Maarten De Ceulaer. Su Organic Mutations Sofa es inquietante, hecho a base de esferas tapizadas en algo parecido al terciopelo negro. Como si a una butaca le hubieran crecido burbujas y el efecto, lejos de efervescente, tuviese más de mutante.

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Matching Seats. Galila Barzilai. MAD Brussels
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Matching Seats. Galila Barzilai. MAD Brussels

Cada objeto expuesto va acompañado de un complemento —bolsos, pañuelos, zapatos— a cargo de nombres como Eunji Oh, Sarah Levy, Naomi Gilon, Aurélie Defez y Marc Martha. Una propuesta cuya intención es establecer un diálogo entre disciplinas dispares, pero entre una generación de diseñadores que, sin duda, comparten los mismos referentes.

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Matching Seats. Galila Barzilai. MAD Brussels
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Matching Seats. Galila Barzilai. MAD Brussels

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