El diseño de la ciudad ya no es simplemente una cuestión de edificios. En los intersticios del hormigón reside la verdadera capacidad de transformación, por eso no basta con levantar torres: hay que aprender a llenar los vacíos. El estudio Ballistic Architecture Machine (BAM) tiende a desafiar la relación entre paisaje y arquitectura en sus trabajos, y eso mismo ha puesto en práctica en el parque deportivo Tianjin 4A, en China.
El viaje de BAM al pasado de Tianjin
El Tianjin 4A recuerda a una tendencia que ha estado expandiéndose en el mundo del urbanismo contemporáneo: la de los parques que no se limitan a ofrecer áreas verdes para establecer una relación lúdica con la ciudad. De hecho, a través de su disposición y su audaz uso del color, la propuesta de BAM establece una nueva manera de entender la infraestructura recreativa en la metrópolis. Pero para comprender esta intervención, se debe viajar atrás en el tiempo.

En el mismo terreno donde hoy se levantan pistas vibrantes y laberintos que remiten a los distintos elementos naturales, alguna vez existió Yixing Town: una pequeña población que, a su vez, fue una réplica de otra homónima en la provincia de Jiangsu. Sin embargo, con el paso de los siglos y el crecimiento de Tianjin, la historia de esa localidad quedó enterrada bajo el desarrollo moderno. Con ese incentivo, BAM decidió recuperar su memoria con el diseño de un ambiente público que retoma su configuración original. Así, las calles de la antigua Yixing han renacido en pasillos y áreas de juego con un trazado laberíntico, un simbólico gesto que el equipo multidisciplinar ya ha explorado en otros proyectos, situados en Pekín o Shanghái.

Un parque deportivo denso en una ciudad aún más densa
La gran virtud de Tianjin 4A es haber logrado condensar un esquema funcional en una planta relativamente pequeña. Por eso BAM lo denomina un «parque de alta densidad», un concepto que se vuelve esencial en una metrópoli de más de 15 millones de habitantes. Dividido en cuatro cuadrantes, cada uno posee una función específica: deporte, gastronomía, juego y laberintos; mientras que la zonificación responde a la necesidad de conectar diferentes flujos urbanos, como el acceso desde la sección residencial al norte o el vínculo con el metro y la plaza central como un punto de encuentro flexible.

Uno de los rasgos más llamativos en esta escenografía lúdica ha sido el uso del color como herramienta de diseño para delimitar partes, orientar el recorrido y generar una identidad visual. Lo vemos en la paleta vibrante de los diferentes laberintos, en las canchas o en el enorme Geothermal Chimney: una chimenea industrial transformada en un faro amarillo brillante. Esta última preside una instalación hídrica e interactiva que permite a los niños experimentar con los flujos del agua y simular la gestión de embalses. Urban follies que entrelazan educación, perspectiva cromática y gráficas geométricas.

Como afirman desde el propio estudio, Tianjin 4A “es un juego de reflexión sobre los límites del paisaje, la arquitectura y la ciudad contemporánea”; un experimento sobre cómo deben evolucionar los entornos comunitarios en el siglo XXI. De esa manera, BAM nos muestra cómo una cancha de baloncesto de tonalidades vibrantes puede hacer tanto por una ciudad como la torre más alta en su skyline.

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