Si por algo se caracteriza la sociedad actual es por la sobreexposición que, de algún modo, afecta a la manera que tenemos de pensar. La arquitectura bebe del contexto social, y tendencias como este afán exhibicionista terminan por calar en la disciplina, dando lugar a resultados ostentosos a veces, incluso en lo residencial. Sin embargo, en la Casa Alférez, Ludwig Godefroy ha expuesto su idea contracultural de vivienda. Un hogar como espacio monástico, un volumen monolítico y opaco de hormigón que se alza en medio de un bosque de México.
Más allá de la arquitectura brutalista
El arquitecto mexicano Ludwig Godefroy ha sido el artífice de una peculiar residencia vacacional cuyo protagonista es el hormigón. Un proyecto que se construye únicamente a través de la materialidad estereotómica y la luz.
Este estilo brutalista suele ser fácilmente distinguible por su rotundidad; no obstante, suele ser un término usado a la ligera que se queda puramente en lo estético y en el acabado material. En un modo más amplio de entender este concepto, está más relacionado con la intención de solucionar la mayor cantidad de problemas con el gesto más sencillo, lo que termina por eliminar el componente decorativo.
Esta corriente rupturista nacida en Europa —y difundida por maestros como Le Corbusier, a quien Godefroy homenajea con las aberturas de esta vivienda— saltó a Latinoamérica, arraigando profundamente; quizá por su disposición para resolver problemas con pocos recursos.
El refugio en el bosque de Ludwig Godefroy
En la Casa Alférez, se consigue un juego de contrastes casi escultórico al insertar un volumen masivo y prácticamente ciego en un frondoso bosque. Sin embargo, también se logra originar una disposición donde el límite dentro-fuera queda perfectamente delimitado. Si exteriormente parece un búnker cerrado y pesado, en el interior el vacío va configurando el espacio en negativo hasta agujerear los muros y abrirse al cielo.
El hormigón se va moldeando para generar un ambiente sin compartimentar en el que aparecen oquedades, vinculadas a los elementos funcionales de la residencia. Las estancias se aglutinan en torno al área de doble altura en una sucesión de plataformas como una especie de topografía arquitectónica, cuyo vector espacial principal es el vertical: el eje que une la tierra con dios, una composición casi catedralicia.
Ludwig Godefroy nos propone una cueva como hábitat, una cabaña para desconectar del mundo exterior en estos tiempos en los que es más necesario que nunca encontrarnos a nosotros mismos.
En este enlace puedes leer más sobre casas brutalistas.
Ludwig Godefroy es un arquitecto mexicano graduado en la Escuela de Arquitectura de Marne-la-Vallee en París. Fundó su propio estudio de arquitectura en 2011 después de trabajar en estudios de arquitectura como Rem Koolhaas/Oma, Miralles y Tatiana Bilbao.
La casa se encuentra en la zona más frondosa de bosque cerca de la localidad mexicana De Cañada de Alferes, Lerma.
