Cumplir cuatrocientos años de vida se merece una gran celebración. Y este es el caso de la fábrica de porcelanas japonesa Arita. Con este aniversario la firma nipona quiere festejar su patrimonio artesanal, la historia de sus factorías y también el acervo cultural del país. Pero no nos equivoquemos. A pesar de su antigüedad, Arita emprendió su via- je hacia la modernidad hace tiempo. Hoy, diseñadores como Oki Sato, Teruhiro Yanagihara o el español Tomás Alonso son los paladines de un savoir faire que ha adaptado los imperantes de la tradición a las necesidades del mercado actual.
Decir Arita es hablar de algo así como una denominación de origen de la porcelana. Porque es también el nombre de una región en la que se encontraron yacimientos de caolín en 1616. En aquel tiempo la materia prima de este material era como oro, ya que liberaba a Japón de su de- pendencia de las importaciones de vajilla desde China y Corea.
Hoy en día son ocho las casas que se agrupan bajo el nombre de la firma. Las más recientes, Riso y 224porcelain, aúnan técnicas ancestrales con tecnología punta para crear objetos que enriquecen la vida diaria. Arita Porcelain Lab se dedica a actualizar y reinventar un estilo que inspiró a las principales casas europeas en el siglo XVII. Fukagawa asombró en la Exposición Universal de 1900 en París y se convirtió diez años después en proveedor de la casa imperial japonesa. Hataman, Kihara o Gen-emon fa- brican vajilla y objetos de menaje bellísimos. Por su parte, Kamachi-toho trabaja para grandes hoteles y restaurantes y hace de Arita un sinónimo de alto standing, personalidad y modernidad.
Todas estas factorías han unido fuerzas y han creado Arita 400Project. Presentado en la pasada edición de Maison&Objet, el proyecto quiere tomar estos cuatro siglos como un punto de partida hacia el futuro y, a la vez, como una reflexión sobre los rumbos de la cultura en el Japón contemporáneo.
