El Museo de Arte Jinling de AZL Architects se erige en Nanjing como algo más que una simple institución artística, convirtiéndose en un emblema de la herencia histórica de la ciudad en toda su estructura.
La visión creativa de AZL Architects
Zhang Lei, creador del estudio chino AZL Architects, recurre al oxímoron para referirse a su arquitectura, describiéndola como “complejidad simple” y “extrañeza familiar”. La yuxtaposición de los contrarios al hablar de “complejidad simple” le permite explicar una “coexistencia entre forma y contenido, cuyo resultado es profundidad espacial”. Con “extrañeza familiar”, alude a la conexión entre la incertidumbre que nos suscita nuestro futuro frente a la familiaridad que nos plantea el presente.
Sencillez, neutralidad y sinceridad: las nociones que sostienen la identidad creativa de este arquitecto formado entre China y Suiza. “Lo neutral no es mi trabajo”, matiza, “sino mi actitud hacia la cultura, la tradición y las características regionales. Este posicionamiento me otorga mucha libertad a la hora de afrontar cada proyecto”. Una libertad que se manifiesta en un corpus arquitectónico heterogéneo, donde el pragmatismo más riguroso culmina en obras donde materiales y técnicas revelan suma originalidad y logran expresiones de limpia —incluso inédita— belleza.
Este sería el caso del Museo de Arte Jinling, situado en Nanjing: una de las ciudades más antiguas y significativas de China, capital de varias dinastías y centro neurálgico para la cultura Han. Se trata de una propuesta desarrollada por una compañía inmobiliaria que encargó a AZL Architects diseñar una construcción que, además de museo, fuera también un símbolo de la milenaria historia de la urbe.
Un museo de arte como seña de identidad
El edificio se ha erigido en torno al tema El Renacimiento de Jinling a la sombra de Wutong, con el propósito de reflejar el amplio y profundo contexto de Nanjing. Para ello, han optado por usar el ladrillo en un volumen unido por dos bloques rotados y conectados por superficies, generando así la impresión de un movimiento de torsión. Como si evocase la sensación de ascenso, este planteamiento exhibe una idea de vitalidad y la relevancia del mausoleo de Nanjing. La interacción entre el cuerpo en forma de diamante retorcido y la base cuadrada da lugar a una experiencia espacial —interna y externa— atractiva y rica.
Los más de tres milenios de Nanjing se materializan en las más de 139 000 baldosas cerámicas a medida que envuelven este singular armazón, como una alusión a la antigua muralla. Aunque uniformes en sus dimensiones, estas piezas tienen diferentes texturas que confieren de mayor atractivo visual a la fachada del conjunto. Su concepción y producción porta un claro simbolismo del encuentro entre pasado, presente y futuro: el elemento inspirador ha sido un ladrillo de la dinastía Jin Oriental tardía, pero para su instalación han sido necesarias técnicas innovadoras actuales. Por un lado, un método de fijación con apertura de ranuras en forma de U; y, por otro, uno de fijación mediante anclaje químico.
Asimismo, se crearon herramientas especiales para perforar con la mayor precisión posible a fin de ajustar dichas baldosas a las complicadas intersecciones entre superficies planas y curvas. Igualmente, el patrón modular de esta piel ha permitido la edificación in situ con total precisión. Con ello, Zhang Lei reitera su admiración hacia la figura del relojero suizo por su meticulosidad, exactitud y racionalismo. Cualidades de las que emerge una arquitectura como esta, en la que se palpa una poética verdadera hecha de expresiones claras, limpias y directas.
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