Inferences. La rebeldía del diseño contemporáneo en el Madrid Design Festival

La Galería Il·lacions en el Madrid Design Festival 2022

Con la llegada de febrero también ha empezado en la capital el Madrid Design Festival 2022. Este año se celebra la quinta edición de un festival que ya ha dejado de ser emergente. Un lustro de diseño y de ideas. Cómo pasa el tiempo.

Dentro del programa, nos llama bastante la atención la exposición Inferences. Alojada en el Centro cultural Fernando Fernán Gómez, la tarea curatorial de Il·lacions, galería de Barcelona especializada en diseño del siglo XXI, parte del mismo concepto que su proceso de trabajo: “Una ilación es la acción y el efecto de inferir una cosa de otra, un nexo entre pensamientos, la consecuencia de algo”, explica la nota de prensa. Los participantes han seleccionado a otros creadores cuya labor les haya influido de alguna manera. Son, por lo tanto, comisariados y comisarios. Curadores y curados (conjugar anglicismos no siempre sale bien.)

Ante esta promesa, nos dirigimos al epicentro del evento, atravesamos el homenaje a los 25 años de la revista Matador y por fin llegamos a Inferences. El esquema expositivo y el planteamiento de la galería Il·lacions para escoger las obras dan como resultado una muestra ecléctica y caótica llena de muebles interesantes. Se necesita una mirada algo curtida en diseño para no salir de la sala con la sensación de haber visitado un mercadillo inconexo de artículos inverosímiles. El ojo iniciado distinguirá sillas, luminarias, taburetes, mesas bajas, siluetas escultóricas y esculturas funcionales. Lo conceptual predomina sobre lo utilitario. En algunos momentos, tendrá la impresión de estar viendo un ejercicio, pero, sobre todo, cada elemento supone una visión sobre el mundo. Más de cincuenta en este caso.

Diseño contemporáneo en contra de los límites

La variedad de propuestas de Il·lacions —que recorre prácticamente todo el espectro de lo posible y lo imposible en el terreno del diseño del siglo XXI— no parece tener límites en cuanto a qué es diseñar y cómo hacerlo. Sí parece tenerlo en cuanto a qué: todos los objetos pertenecen al campo semántico del hogar. Apenas hay nada que habite fuera de ese contexto. Sillas y lámparas destacan sobre el resto, como ocurre cada año en Producto Fresco. Tomemos las últimas —conté hasta 19, aunque es probable que me dejara alguna— como ejemplo de los extremos en la ejecución. Desde la pulcritud técnica en mármol y alabastro de Nearness III —consecuencia de la colaboración entre Alba Abiad y Naveen Jose— o de Petra, de Jordi Veciana: una lámpara inspirada en una lámpara, pero tallada en piedra.

En el otro punto, está la creación de Josep Vila Capdevila, Random Luxury Lamp II. La palabra random, aleatorio o arbitrario en inglés, nos hace entender que el efecto de la ejecución es buscado. Cualquiercosismo podríamos llamar a esta estética por darle un nombre en castellano. Añade después palabra luxury, lujo, en un juego de ironía irreverente. Una luminaria que podría ser cualquier cosa, incluso que está sin terminar, pero que también incorpora materiales nobles como el mármol, solo que de otro modo. Una rebelión contra lo apolíneo donde el discurso prevalece. Entre medias se encuentra Less Lamp, de Jordi Canudas. Una obra con una pantalla esférica y pequeños agujeros que evocan una noche estrellada. La cartela indica que hay que romper con un pequeño pico estilosísimo —la mejor parte— para “liberar la luz que hay atrapada en su interior”.

Con las sillas sucede algo similar. Tenemos Maig, de Andreu Carulla, que cambia respaldo por asiento. Recicla la forma, pero la pone literalmente “patas arriba”; de cerca encontramos SPC Chair Galva, con un respaldar pensado para exteriores hecho de chapa de acero galvanizado, sin más. O el trabajo de Curro Claret, paradigma de reaprovechamiento material. También sirve para sentarse Opposite Chair, de Six N. Five. Un estudio especializado en paisajes y escenarios digitales que por demanda popular ha pasado del píxel a lo tangible, es decir, a la dirección opuesta que lleva el mundo cada vez más de píxel y de menos carne. Lo más rupturista es que viene del universo virtual. La ejecución es impecable y encontramos una silla que se convierte en dos: tres objetos en uno.

De lo perceptible a lo conceptual

Las piezas más conceptuales y sugestivas son las que escapan a la dictadura de lo funcional, que es lo que traza, al fin y al cabo, la división entre lo que va al Madrid Design Festival 2022 y lo que va a ARCO. Vamos con Joel Blanco y Dani Buch. El señor Blanco nos tiene acostumbrados a su sátira fina que dinamita cánones y clichés. Su creación es un perro dorado —el del meme Doge— enchufado a la corriente de la sala expositiva que produce criptomonedas. Una escultura que genera dinero y se paga; “que nace de la desesperación por ganarse la vida con lo que uno hace”, en palabras del propio autor. Narciso, de Dani Buch, es un enano de piedra que se mira en un espejo, mientras tiene una cara sonriente pintada en la espalda. Tan literales como abstractas. Ambas dos son una alegoría del momento actual brillante.

Además de esto, hay objetos de cerámica y de vidrio, una jarra de silicona que imita la piel humana, un zapato que cuestiona los límites del oficio, un zapatero en forma de insecto —o un insecto en forma de zapatero—, una sopera, un bolso e incluso un “conjunto de elementos bidimensionales”, cuyo uso está abierto a las posibilidades que el usuario decida.

Algo que puede entenderse como el colmo de la desidia por parte del diseñador: que la utilidad la ponga otro. Nos hubiera gustado saber más de las conexiones entre los protagonistas y sus invitados. La relación entre las piezas si la hay, el porqué de esos vínculos o inferencias alrededor del discurso expositivo. Sin esto, la exhibición se queda en buenas intenciones y un comisariado que resulta caótico e inconexo, aunque no por eso menos estimulante.

En este enlace puedes conocer otras actividades en el Madrid Design Festival 2022.