Aspirar a volar y caminar entre las nubes son sueños infantiles que se pueden realizar en la edad adulta. Eso sí, debemos poseer cantidades ingentes de adrenalina. Y si no, pensemos en el wingfly o en el parapente. Para no tener que vivir la experiencia de un deporte extremo, el arquitecto Zdeněk Fránek, Fránek Architects, ha creado Sky Walk, una estructura a medio camino entre la atracción de feria y el observatorio de la naturaleza. Un mirador, de casi 60 metros de altura, que garantiza emociones fuertes a todos los públicos sin necesidad de piruetas extremas.
El proyecto se ubica en la región checa de Dolni Morava: a 1116 metros por encima del nivel del mar y con el valle del río Morava a los pies de la montaña. En un entorno de naturaleza viva, verde en verano y nevada en invierno, se levanta este complejo armazón de madera y acero que parece desafiar las leyes del equilibrio. Como si de una montaña rusa se tratara, la pasarela discurre en bucles caprichosos con una pendiente suave que facilita la accesibilidad a los viandantes, tanto si caminan como si llevan carritos de bebés o van en sillas de rueda.
Pero además de sentir el vacío tras el pasamanos, ¿dónde está la fuente de adrenalina? Pues en dos elementos que se han agregado. El primero, un tobogán tubular que permite bajar una parte del trayecto a toda velocidad, y que cuenta con claraboyas para hacer que el descenso no resulte oscuro ni claustrofóbico. Y el segundo, una red colocada en la parte superior para que los más temerarios queden totalmente suspendidos sobre el paisaje.
Sky Walk es un proyecto único en Europa. “Existen construcciones de un tamaño similar -nos dice Fránek-, pero la nuestra posee la forma abstracta que sugiere el vuelo de una mariposa nocturna cuyo camino parece caótico”. Un cóctel de formas aleatorias, logro arquitectónico y emociones fuertes en lo que su autor define como un edificio conceptual.
