Unir arte y belleza ha sido la misión de Valmont durante décadas, viendo su culmen en el desarrollo de sus Résidences Valmont: cuatro villas donde disfrutar de una experiencia sensorial profundamente arraigada con la cultura y el lujo.
Chalet Capucine: serenidad alpina en Verbier
Situado en la prestigiosa estación de esquí de Verbier, el Chalet Capucine es un refugio en las alturas que ofrece vistas impresionantes del Grand Combin y de los Alpes suizos; un lugar donde la arquitectura tradicional alpina de madera y piedra se combina con elementos completamente modernos. De hecho, la fusión entre lo rústico y lo contemporáneo origina un ambiente acogedor, que se ve reforzado por la calidez de la imponente chimenea central junto a la que pasar las noches de invierno en buena compañía.
Cada rincón está impregnado con el amor que Didier Guillon le profesa al arte y la artesanía, y es que las esculturas, pinturas y piezas seleccionadas transforman la estancia en un viaje creativo. Famosa por ser la mejor estación de esquí del mundo en 2022, Verbier conserva la esencia de un pasado rural, aunque ahora brilla como un destino donde pasear por las montañas o por sus calles llenas de boutiques y galerías.
Villa Valentine: inspiración mediterránea en Hydra
Villa Valentine se erige como un remanso de tranquilidad con estética mediterránea en la isla griega de Hydra. Construida siguiendo los códigos arquitectónicos locales, refleja la simplicidad y el encanto vernáculo en sus paredes encaladas y tejados de terracota. Aquí, el arte y la naturaleza conviven en sintonía con grandes panorámicas al mar Egeo.
Las calles empedradas, las capillas y las casas blancas se integran en un entorno idílico que evoca calma y serenidad, lo que hace de Hydra un perfecto telón de fondo para esta residencia. La decoración de Villa Valentine, seleccionada por Didier Guillon, incluye objetos de su colección personal, que agregan un toque artístico a este paraíso bohemio-chic donde los recuerdos se mecen junto al sonido de las olas y la luz natural.
Résidence Bonvicini: elegancia veneciana en el Palazzo
La Résidence Bonvicini se encuentra en el interior de un palacio renacentista veneciano del siglo XVI, lo que lleva a una fusión entre lo antiguo y lo actual. Un diálogo espacial donde las vigas de madera y los mosaicos históricos coexisten con detalles y destellos cromáticos más atrevidos. Las habitaciones —en tonos pastel— y las zonas de estar —repletas de diseño contemporáneo— realzan la rica historia veneciana. Además, los huéspedes pueden admirar desde los balcones los tejados palaciegos y los campanarios mientras sienten la magia de la ciudad flotante. Y es que, con su mezcla de estilos constructivos y su ambiente romántico, Venecia parece ser el enclave ideal para perderse por sus laberínticos canales.
Casa Maxence: esplendor modernista en Barcelona
En el barrio de Sarrià, Casa Maxence rinde un homenaje a la rica tradición arquitectónica de Barcelona. Esta mansión de 1905 —profundamente influenciada por el modernismo catalán— presenta una fachada adornada con motivos en relieve y tonalidades claras, rememorando el trabajo de Gaudí y de otros maestros de la época. Dentro de la vivienda, arte y diseño desempeñan un papel fundamental: desde las cerámicas de Isao hasta las piezas de Capucine Guillon. La creatividad fluye en cada recoveco.
El jardín japonés en la parte trasera de la propiedad contrasta con la energía vibrante de la urbe cosmopolita; pudiendo descubrir la auténtica cultura catalana con las catas de cava en bodegas centenarias o presenciando el impresionante volumen del Palau de la Música.
Un viaje sensorial por las Résidences Valmont
Cada una de las residencias —bautizadas en honor a los hijos de Sophie Vann Guillon y Didier Guillon— celebra una experiencia única, tanto en términos de ubicación y arquitectura como en la forma en que el arte contemporáneo se integra en ellas. Desde los Alpes suizos hasta las costas mediterráneas, pasando por la efervescencia de Barcelona y la elegancia veneciana. Todas rinden tributo a la herencia familiar y, cómo no, a ese joie de vibre tan característico de la familia Guillon.
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