En el corazón del barrio de Subiaco, en Perth (Australia), se levanta la casa unifamiliar Proclamation House. Diseñada por el estudio australiano State of Kin, esta propuesta brutalista es un ejemplo de cómo la arquitectura puede respetar la construcción local sin dejar de atender las necesidades contemporáneas.
Entre el brutalismo y la arquitectura vernácula
Como puede suceder en cualquier encargo arquitectónico, la premisa de Proclamation House partió de una petición sencilla: edificar una vivienda enteramente en hormigón. No obstante, a medida que el proyecto avanzaba, quedó claro que el empleo de este material no era la mejor opción constructiva. Fue entonces cuando los arquitectos de State of Kin, Alessandra French y Ara Salomone, propusieron el uso del hempcrete: una solución hecha de cal y cáñamo que ofrece beneficios tanto estéticos como funcionales. Y este cambio sustancial en el curso de la obra terminó por dar lugar a dos conquistas: preservar la intención original de aportar robustez y durabilidad al armazón e introducir un rasgo sostenible al diseño.
La estructura resultante se cimenta a modo de escultura totémica, desplegándose bajo dos imponentes árboles de menta nativa e integrándose simbióticamente en el verde del entorno. Con una volumetría pesada y marcos de aluminio en las ventanas —que sobresalen de los muros—, Proclamation House presenta ese contraste entre lo natural y lo artificial; una reminiscencia anclada en el esqueje filosófico que defendía Frank Lloyd Wright sobre cómo “la arquitectura debe pertenecer a la tierra”, y que condensó magistralmente en su famosa Casa de la Cascada (Fallingwater).
El éxito del hempcrete como material
De presencia intrigante en una tranquila calle suburbana, Proclamation House rinde homenaje a las siluetas constructivas de Subiaco (Australia), y lo hace incorporando volúmenes inclinados y retranqueos generosos como muestran las casas autóctonas de la zona. No obstante, State of Kin hace un esfuerzo más contundente al reinterpretar estas referencias de una manera abstracta y peculiar, aplicando a la fachada la apariencia de una sola planta, pero con adiciones angulares y dinámicas que sacan partido a toda la superficie. Un ejercicio donde la simplicidad matérica y el juego de luz que baña las estancias —posible gracias a las aberturas de los jardines internos— evocan ambientes de serenidad y contemplación.
Y es que la distribución también responde a las necesidades intergeneracionales de sus ocupantes, resolviendo cuestiones de movilidad, comodidad e independencia respectivamente con transiciones fluidas. El nivel inferior se organiza alrededor de un jardín central con piscina, inundando las áreas comunes de luz y verdor, mientras que un pequeño patio conecta con un dormitorio y baño independientes. La inmersión lumínica se acentúa con el recurso de tragaluces en habitaciones como la cocina, o con las grandes cristaleras repartidas por todo el recinto. Asimismo, la utilización del hempcrete, con sus tonos oliva, añade una calidez terrosa a la residencia, difuminando —todavía más— los límites entre lo de dentro y lo de fuera.
La decisión de reivindicar este elemento convierte a la propuesta en un modelo de sostenibilidad y autosuficiencia, ya que este biocompuesto —aplicado en paredes, techos y suelos seleccionados— aísla acústicamente, regula la temperatura y la humedad y facilita un acabado hipoalergénico y de bajo contenido en COV. Además, su textura, junto con pigmentos personalizados, imparte una sensación orgánica que contrasta con la visión brutalista de la arquitectura general.
Minimalismo brutalista para engañar el ojo
El enfoque minimalista que se proyecta en el interior se produce a partir de la convivencia armónica entre materiales: acero, piedra, madera, hormigón pulido, etc. Una sinfonía cromática que sirve como telón de fondo para la cuidadosa selección de mobiliario modernista de los propietarios, entre la que destacan piezas icónicas como la silla Red and Blue de Rietveld; o también el enorme lienzo de 4 metros de la artista australiana Elle Campbell, que añade un punto de contraste y color a todo el conjunto.
Pero Proclamation House es, ante todo, una revelación de la perspectiva interdisciplinar de State of Kin, que tiende a equilibrar en sus trabajos la sensibilidad contextual con las exigencias contemporáneas; por ello este enclave se pone al servicio de los requerimientos de sus habitantes. Un búnker macizo que se descubre como un remanso doméstico una vez se traspasan sus muros. Porque, en la arquitectura, las apariencias también engañan.
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