Ohlab. Sostenibilidad y excelencia en unos apartamentos de lujo passivhaus en Mallorca

Ohlab y la pulcritud arquitectónica

No es habitual que el máximo rendimiento medioambiental se convierta en argumento de atracción para la vivienda colectiva de lujo. Sin embargo, es importante resaltar cómo este hecho es el resultado de la excelencia proyectual, es decir, de la toma de las mejores decisiones de diseño. Cabe decir que la demanda de sostenibilidad y la reducción del impacto en el medio se ha transformado en un distintivo de calidad arquitectónica en lo residencial, susceptible de actuar como reclamo en promociones de alto standing, al mismo nivel que los materiales nobles o las ubicaciones privilegiadas.

Ese es el caso de este bloque de apartamentos que remata un chaflán orientado al este en el Paseo Mallorca (Palma), frente al cauce del Torrent de Sa Riera, que parte en dos esta zona urbana limítrofe con el casco antiguo. Es llamativo que tanto sus autores, el estudio Ohlab, como los ecos mediáticos se centren sobre todo en esta faceta, cuando lo primero que salta a la vista es su excelente ejecución y su afinadísimo diseño, marca de la casa. No hay nada particularmente innovador en las aportaciones sostenibles de esta propuesta, salvo el hecho mismo de que los estándares passivhaus a los que se ajusta con exigencia y limpieza sean aún infrecuentes en construcciones de este porte. Quizá porque los secretos de la sostenibilidad no sean algo muy diferente del buen diseño, así en general. Destacar el desarrollo técnico de la fachada cuyo acabado y detalle constructivo ha sido desarrollado por la empresa sevillana Grupo Gubia.

Un bloque de apartamentos con estándares passivhaus

El edificio se pliega siguiendo el extremo de la manzana sobre un patio-jardín escalonado en distintas alturas. En él, la vegetación y una cascada actúan como “pulmón” —en expresión de los autores—, regulador térmico y borboteante banda sonora de las viviendas, resonando en los jardines de los áticos del piso cuarto, sexto y octavo, que incluyen piscinas. Las áreas de día se agrupan en el chaflán tras una piel casi enteramente acristalada, doblada por una celosía móvil de madera que determina su imagen urbana y dosifica el aprovechamiento de la luz solar. Las habitaciones se alojan en las alas que se extienden por las calles laterales, tras un revestimiento de piedra estriada sobre el que se disponen exquisitamente los huecos. Piedra y madera se adentran así por el portal hasta el patio en compañía de un muro de bambú, en una transición no menos lograda.

Los interiores, cuidados al extremo, se amueblan con mimo equivalente y abundan en maderas nobles —nogal francés, cedro, roble— y piezas macizas de piedra de marés y bronce envejecido. Los espacios amplios, luminosos, están impecablemente resueltos y rezuman, como todo el conjunto, sabor y ecos mediterráneos. El expediente sostenible incluye recursos sabidos: control de los puentes térmicos, sistemas de recuperación de calor, aislamientos… Una consecuencia de las —buenas— decisiones de diseño, de su correcta lectura y empleo de componentes y metodologías que aprenden de su entorno y su contexto cultural, de hacer las cosas bien, en definitiva.

Ohlab tiene probado que también sabe ser morfológica y tipológicamente audaz cuando esa es la mejor estrategia para conseguir efectos análogos a los de este proyecto, como se aprecia, por ejemplo, en su famosa casa Xaloc. Es muy interesante que cada vez más cunda esa virtualidad promocional de la eficiencia y el respeto medioambiental que se mencionaba al principio, algo que revela una conciencia más extendida al respecto. No es menos saludable, sin embargo, subrayar que no siempre es necesario ser original a toda costa para ser simplemente excelente.

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