El Centro cultural de la Villa acoge las exposiciones más prominentes de cada edición del Madrid Design Festival, y entre las tres que recoge este año, se encuentra Madre Natura. Comisariada por Teresa Herrero, en ella se han unido jóvenes talentos del panorama nacional con figuras consagradas del diseño y la artesanía.
Diseño sostenible en el Madrid Design Festival 2023
En esta exhibición de diseño sostenible cabe todo, como advierte la cartela que da la bienvenida a la sala. Solo al doblar la esquina ya nos topamos con diseño industrial, volúmenes arquitectónicos, joyería, cerámica, moda, arte textil… y es que este planteamiento expositivo busca trazar una historia de amor entre los cuatro elementos que componen nuestro mundo: Agua, Aire, Fuego y Tierra.
Agua. El camino que fluye
Comenzando con el Agua, en esta sección hallamos piezas como las alfombras Rivers de Álvaro Catalán de Ocón, expuestas previamente en la galería Rossana Orlandi. Catalán de Ocón es de esos diseñadores que, además de un acabado bello y funcional, consigue que el proceso sea transformador. De hecho, en muchas ocasiones el mérito de su obra reside en el impacto positivo que cada objeto deja por el camino hasta su resultado final. Y en Rivers, el madrileño ha sido capaz de cerrar un círculo perfecto, ya que además de dibujar en ellas parte del recorrido de los ríos Níger y Yangtsé, las ha elaborado con los residuos recogidos de sus aguas, convertidas en vertederos que van a parar al mar.
Desde Valencia, Mut Design ha sorprendido con un diseño en ratán del que emergen flores. Concebido como un conductor de agua en forma de tubo, su utilidad reside en la de ser un jarrón suspendido o apoyado en cualquier superficie. Igualmente destaca la lámpara de estudio Amaris hecha en alabastro —su material fetiche—: una especie de fósil de agua a modo de gota petrificada o lágrima prehistórica. Esta belleza a escala encarna la escasez de recursos y ha sido elaborada exclusivamente para Madre Natura, ya que la original —de 300 kg— está pensada dentro de una serie que dialoga con el paisaje.
Aire. La belleza de la suspensión
Al llegar a Aire, todo se vuelve más etéreo, liviano, vertical. Preside la estancia una escultura textil de la artista Barbara Long: Staircase to heaven cuelga como un coral agonizante sobre una hamaca y una silla columpio de Mut Design. Y justo en frente, la colección de figuras totémicas de Justino del Casar. Siluetas orgánicas —que recuerdan a Brâncuși o Jean Arp— que han sido producidas siguiendo la técnica milenaria del cartón piedra o la carta pasta y con documentos desechados cargados de simbolismo: exámenes de filosofía, informes de juzgados, billetes de lotería y archivos bancarios. Del Casar los libera de la función formal de su primera vida para darles una segunda mucho más poética.
Fuego. Calidez robusta
Fuego representa un festín visual. En ese bodegón, una alfombra de Regina Dejiménez cubre el suelo invitando al juego. Dan ganas de ponerse cómodo entre los bultos mullidos y los flecos que brotan de las tramas de hilo. Sobre ella, la luminaria escultórica en lana de la misma autora tiene algo de visceral: podría ser una entraña de vaca vacía, lavada y transparente, tan delicada como inquietante. Y en esta misma zona, se juntan también a dos pesos pesados del diseño joven —emergente ya no es un calificativo que nos sirva y es pronto para usar consagrados—: Lucas Muñoz y Miguel Leiro.
El primero, con sus taburetes — entre lo prehistórico y lo posapocalíptico— Livingstones. Realizados con una base de metal y asiento de piedra, son visibles durante todo el recorrido. Después de la exposición, estas rocas —procedentes de la Sierra de Guadarrama— regresarán al lugar exacto del que fueron recogidas. Por su parte, Leiro vacía el tronco inerte de palmeras canarias muertas por una infección hasta hacerlo asiento. Y como broche, External Reference y la Máquina exponen Pure Plants: un conjunto de cactus creado con impresoras 3D que purifican el aire.
Tierra. La sobriedad de la madera
Tierra es el elemento que cierra el itinerario. Frente a la calidez de Fuego, las piezas que conforman Tierra son sobrias y contenidas. Mucha madera y mucho marrón en el ambiente. En una vitrina, las delicadísimas joyas de huesos de pájaro de Elena Moreno; mientras que en la parte central, las alfombras de yute de Inma Bermúdez son iluminadas por la lámpara DNA de Chiara Vinci, fabricada con desechos encontrados en la calle. Y también el mobiliario de Jorge Penadés, que investiga otros usos para la madera de raíz de olivo.
Muchos de los objetos de Madre Natura surgen a partir de una reflexión por parte de sus creadores en un momento pospandémico. Como un reclamo hacia una vida sin prisa y más cercana. Quizás después de décadas de ser productores y consumidores —ahí sigue puesto nuestro valor—, la sociedad haya empezado a sentir la necesidad de rehumanización, de cambiar de escala y de ritmo. De poder, finalmente, reencontrarse con la naturaleza y con lo que fue esa vida, ya olvidada en la que convivimos en armonía con nuestro medio.
