Hace trece años el arquitecto austriaco Volker Giencke ganó el concurso para rediseñar un distrito en la ciudad portuaria de Liepaja (Letonia). El propósito era dedicar el barrio a la cultura. En noviembre de 2015 se inauguró el primer edificio de este plan maestro: un auditorio que emerge como una joya por encima de los tejados, y recuerda que el ámbar es una de las señas de identidad de las jóvenes repúblicas bálticas.
Esta estructura cilíndrica y anaranjada alberga los conciertos de la orquesta sinfónica de Liepaja. Además, cuenta con una sala para mil espectadores, una escuela de música, un estudio de ballet, un escenario experimental y un club en el quinto piso. La planta tiene forma ovalada como un colgante. Pero no es solo una opción estética. Al no haber rincones, se favorece la circulación acústica y se impiden los residuos sonoros. Sin olvidar que estas curvas permiten que el exterior soporte la fuerte brisa marina de la urbe más ventosa de Letonia.
La iluminación es la otra protagonista del proyecto. Incluso la sala de conciertos se llena de luz natural gracias a catorce globos de cristal en el techo. Las zonas de tránsito también se benefician de la enorme concha que, como un gran vitral, cubre el conjunto y le da al edificio un aire de catedral circular. El resultado es un auditorio que no solo coloca a Liepaja en el mapa de la cultura mundial, sino que responde al discurso creativo de Volker Giencke: amor por la arquitectura experimental y por las utopías concretas.
