El concienzudo trabajo de experimentación con el alabastro, llevado a cabo por Amarist en los últimos cinco años, se despliega en una exposición en el IAACC Pablo Serrano de Zaragoza. El estudio aragonés no solo expande las posibilidades técnicas y artísticas del material, sino que también desborda los límites del diseño de colección y lo lleva a escalas y ámbitos nuevos.
El alabastro: un material artístico y poético para Amarist
El alabastro es una piedra singular, humilde y prestigiosa a un tiempo. Apenas sulfato de calcio y agua, es a la vez blanda, pesada y eventualmente traslúcida, por lo que fue muy apreciada por romanos y árabes para realizar pequeñas esculturas, vasos para perfumes y esencias y aplicaciones decorativas. Muchas iglesias románicas y prerrománicas la usaban para cerrar sus huecos, como antecedente de la vidriera para cualificar los espacios con una luz tamizada, texturada y evocadora.
Clara Campo y Arán Lozano, fundadores de Amarist Studio y ambos aragoneses —las canteras de Aragón se cuentan entre las más importantes del mundo—, empezaron en 2019 a investigar y emplear este componente desde su peculiar estrategia artística enfocada en el diseño. El alabastro se forma por sedimentación y evaporación, por eso lo ven poéticamente como una suerte de agua fósil, el rastro material de los mares que un día fueron los paisajes semidesérticos del Bajo Aragón y la Cuenca Baja del Ebro.
La metáfora para reflexionar acerca del sobreconsumo de recursos y la distopía de un mundo en que el agua fuese solo un recuerdo inscrito en las piedras está servida. No olvidemos la querencia de Amarist por hacer hablar a los objetos de asuntos candentes en su propio idioma, como prueban sus inquietantes luminarias y joyas hechas con concertinas, como las de las vallas de Ceuta y Melilla. Clara y Arán tratan el alabastro con resinas, con lo que consiguen superar la labor tradicional de talla y hacer de él un elemento orgánico, plástico y moldeable, apto también para grandes creaciones.
Aqua Fossil. Belleza sedimentada en el IAACC Pablo Serrano
La exposición de Zaragoza es un salto de escala no solo material, sino también conceptual. En realidad, es un ambicioso proyecto desarrollado de la mano del IAACC Pablo Serrano que abarca tres muestras conectadas. La primera es virtual y, bajo el título Metamorphosis, pone en escena las esculturas luminosas de alabastro en los paisajes de los que proviene, confrontándolas con el agua embalsada en el pantano de Mediano.
En una serie de cinco vídeos disponibles en la web, vemos Oda, la mayor de las piezas de Amarist, misteriosamente suspendida sobre la iglesia del pueblo que quedó sumergido, o de un viejo puente sobre las escolleras que el agua y el tiempo labraron en un cauce seco del río Cinca.
La segunda —situada en la sala que recibe al público en el IAACC— reúne algunas luminarias y muebles-escultura que han ido concibiendo durante su proceso de investigación. Por fin, la tercera ocupa la mayor parte de la planta 0 del centro, donde se resume todo lo anterior en una instalación inmersiva y envolvente en torno a Oda: un torrente congelado de alabastro iluminado, una cascada de luz y piedra trémula de tres metros de altura y trescientos kilos de peso que pende sobre una lámina que evoca el agua en extinción. En la intervención se ha recreado la atmósfera paisajística de los vídeos por medio de un gran lecho pedregoso de alabastro en bruto, que convierte el ambiente en un episodio lunar, con el fondo de los cielos crepusculares de Aragón reflejado en las paredes.
Este salto conceptual es también un salto cualitativo en la obra del dúo. Por un lado, la indagación entre artesanía y arte propia del diseño para coleccionistas, escenario habitual del trabajo de Amarist. Por otro, la expansión de esa misma obra hasta escalas y estrategias que lindan con el land art en los vídeos, rompiendo los estrechos límites del mercado y mostrándose sobre una audiencia más amplia. Y, por último, la puesta en escena de todo ello como un todo en el trazado museístico, lo que implica franquear otra barrera: la de la implicación de una institución artística pública y relevante en una propuesta de esta envergadura, procedente de la escena del diseño, algo prácticamente inédito en España. No es poca cosa.
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Es un estudio de diseño aragonés fundado por Clara Campo y Arán Lozano. De aquellos sencillos muebles de madera y piedra en sus inicios, se han ido decantando por la escena de la funcionalidad híbrida y escultórica en un material fetiche: la piedra de alabastro.
