Emmanuelle Moureaux, arquitecta francesa y residente en Tokio desde hace más de dos décadas, es una apasionada del color como elemento principal en cada una de sus creaciones, ya sean artísticas, arquitectónicas o de diseño. “Uso los colores como elementos tridimensionales para diseñar espacios. No como un toque de acabado aplicado a las superficies”, afirma desde Japón.
Dentro 100 colors, las instalaciones que viene llevando a cabo desde el año 2013, merecen especial atención las dos últimas. En noviembre del pasado año realizó Sense of motion con motivo del centenario de la firma NSK, destacado fabricante nipón de rodamientos a nivel mundial. La intención de la artista era la de crear un movimiento suave, sinuoso y elegante que simbolizara la razón de ser de la marca. El resultado, un jardín en espiral con motivos florales expresados en cien colores diferentes que el visitante recibía a modo de cascada. Pequeñas piezas que forman parte de un todo mucho mayor. Al igual que las piezas de NSK.
Su última intervención ha sido en el Centro Nacional de Arte de Tokio, para la conmemoración de su décimo aniversario. Forest of numbers cuenta con al menos 60.000 números suspendidos que representan los diez años de vida del centro, pero también los diez que están por venir. De 2.000 m², es su mayor proyecto hasta la fecha. Diez capas a modo de plantas que, junto a la transición cromática, nos invitan a un agradable recorrido donde la quietud del entorno se interrumpe únicamente con la brisa creada por los viandantes. Lo efímero de la obra incide en la percepción del paso del tiempo. Diez años que podemos recorrer en un breve paseo de tan solo unos minutos y que nos invita a querer más. Forest of numbers nos hace partícipes de lo venidero y nos recuerda que desde un mismo punto podemos optar por mirar atrás o decidir alzar la vista y mantener el tipo mientras afrontamos un desconocido futuro. Todo, como en la vida, es cuestión de perspectiva.
