Tres escenas de “La Tregua”
Obertura son los restos de un antiguo barco varado, aunque inservible ya para navegar; ha sido minuciosamente diseccionado en tres partes, y las partes, iluminadas aún en su interior, arrojadas a la tarima de un escenario en penumbra. Como la pieza instrumental que da principio a una ópera, la teatralización del naufragio inaugura “La Tregua”, una exposición de Ángel Haro que permanecerá en Tabacalera hasta el 22 de junio. En ella el artista actuará como escultor, pintor, escenógrafo, cineasta, literato, incluso maquinista de tren.
La tregua es un gesto gráfico, negro sobre blanco. Tramos de papel, símbolos y directrices indescifrables que aglutinados en un tramo de treinta metros suponen un impulso hacia una dirección. Esta pintura es el eje vertebrador de un espacio del que derivan y convergen distintos habitáculos cuidadosamente titulados. En ellos la luz manipulada, el objeto a escala natural y el elemento cuadro (entendido como un fragmento capturado de pintura expandida), imponen relatos breves que exaltan y anulan al mismo tiempo la historia contenida en los muros de Tabacalera.
Estrella del norte es la experiencia de un trayecto desde formatos simultáneos. Varias proyecciones retransmiten el paisaje que podría verse desde los vagones del pequeño tren que recorre en círculos la sala; pero ni los vagones existen ni el recorrido que está ante nosotros permite esas vistas. Desde una desbordante poética y haciendo un despliegue de recursos (mecánica, fotografía, video, luz, sonido, objetos reales), Ángel Haro pone fin a la muestra de Tabacalera con el inicio de un viaje, subiendo literalmente al espectador a un tren que transporta alguno de los cacharros, fragmentos e instrumentos que conviven en su imaginario.
