Las costas del sur de Inglaterra han sido siempre lugares de veraneo a pesar del clima y del mar bravío que espera a sus visitantes. Por eso nos resulta tal vez difícil adaptar a estas playas el concepto de chiringuito hecho de madera y chamizo como los que pueblan (o poblaban) nuestras costas más cálidas.
Para salvar las dificultades del clima en Littlehampton, el estudio Heatherwick decidió aliarse con el tiempo inestable construyendo un café-restaurante que reemplazara al típico kiosco frente a las olas. En realidad, East Beach Cafe parece una inmensa concha o una piedra gigante sobre la arena de la playa. Como el presupuesto era limitado, se partió de los imponderables. Fue así como el ancho de un cajón de persiana metálica dio la medida de la anchura de las paredes del edificio: al levantar las persianas, todo el sistema queda oculto en la misma estructura de la cafetería.
También por razones presupuestarias había que imaginar una estructura funcional y duradera que se fundiera con el rigor del paisaje en la costa de Sussex. Así, el acero del exterior fue tratado de tal manera que resistiera las condiciones climatológicos y pudiese evolucionar con ellas, cambiar de color y de aspecto con el paso de las estaciones.
Al abrigo de esta concha, el comedor de 60 cubiertos se abre por completo a la playa con unos ventanales enormes y funcionales que en verano dejan entrar la luz a raudales y en invierno protegen del viento y la lluvia. Una respuesta ingeniosa del estudio Heatherwick a un proyecto con limitaciones medioambientales y financieras. Para acabar, añadir que East Beach Cafe ha recibido numerosos premios de arquitectura desde que se inaugurara hace algo más de un año.
