Wild Chairs. El manifiesto estético de las 10 sillas de Studio BrichetZiegler

Teorizar sobre las sillas de diseño

¿Qué es una silla sino una solución tangible para la necesidad inmediata de sentarse? Lo cierto es que cualquier superficie sirve para calmar dicho impulso, pero no todas pueden ejercer la función con una nota sobresaliente. Tampoco desafiar a la estética en favor del divertimento. Teorizar sobre sus formas nos remontaría a tiempos remotos —previos a la astucia de Michael Thonet—, a hablar sobre la historia de la humanidad como quien menciona el fuego o la rueda. Su vasto imaginario no deja de recibir nuevas propuestas: hay tantas como diseñadores, arquitectos o artistas quieran contribuir a su archivo. Porque está más que comprobado que igual que ocurre con los buenos lienzos, las buenas sillas también encuentran un sitio en los museos.

En un intento de destacar los distintos aspectos de esta pieza de mobiliario, Caroline Ziegler y Pierre Brichet —fundadores de Studio BrichetZiegler— presentaron un manifiesto palpable sobre su fisionomía en el Espace de Commines durante la pasada Paris Design Week. Sus Wild Chairs, compuesta por 10 sillas, jugaban con la materialidad en su estado más visible y háptico. Un ejercicio que dialogaba en sintonía con aquel credo en el que Alessandro Mendini sentenciaba que “la silla es de madera, plástico, mármol, tela, hierro, carne, brillantes, tierra”; pero también “un acto de virtuosismo para todo diseñador”. Con esa máxima, los 10 prototipos de color negro se dispusieron sobre una escalinata que terminaba en un fondo naranja flúor; e igual que las mises que sonríen para lograr la corona, cada silla buscaba encandilar al público con un contorno estudiado y un material selecto.

Las Wild Chairs de Studio BrichetZiegler

Una declaración de intenciones que Ziegler y Brichet habían resuelto desde el taller —su lugar de inspiración— y que en ese ambiente fabril mostraban al mundo entero. Su decálogo palpable es fruto de su idiosincrasia como creadores: “Hay quienes intelectualizan su trabajo, pero nosotros más bien nos definimos como makers”. Y como buenos makers, ellos pasan de la teoría a la práctica, del boceto a la vida real: Wild Chairs es la prueba. 10 asientos que posicionan a la silla como un “objeto cultural”, “un ideal de expresión” y, por supuesto, un terreno donde —casi siempre— la experimentación es el fin que justifica los medios. Surgen así 10 siluetas que estudian soportes, tensiones, confort y estructuras. 10 planteamientos estéticos que se embellecen con la textura y el trazo del componente que las ha erigido. Y todas ellas responden a un nombre propio.

Como la esponjosa y lúdica Marty, un asiento flatpack vestido con piel de anorak. La rotunda y totémica Marge, que combina chapa de aluminio lacado en su respaldo, sostenido por un taburete independiente en madera quemada. La escultural y sinuosa Farrah, hecha con dos láminas de contrachapado enrolladas que se ensamblan con otras dos de acero atornilladas. O la caricaturesca y tubular Henriette y la peluda Shaun, entre otras cinco más. Este ejército de sillas completamente salvajes, a veces primitivas, mira de cerca los iconos para intentar no parecerse a ellos. Una realidad que se percibe al entender que investigación y proceso de fabricación van en la misma frase para Ziegler y Brichet. Así desarrollan su escritura: del plegado al martilleo, del montaje al torneado y del vacío al tapizado. Muy pocos muebles permiten tanta libertad creativa. Y es que ya lo decía Mendini: “La silla es un objeto realizable en todas las formas”.

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