Para concebir esta tienda multimarca, su creador, Marcel Wanders, se ha inspirado en muchos elementos del mundo árabe. Por ejemplo, en el zoco tradicional, que para él es un lugar donde se reúnen innovación y tradición, y donde se combinan diversidad e intimidad.
El Golfo Pérsico se ha convertido en el destino de numerosos y arriesgados proyectos arquitectónicos occidentales. De hecho, no hay estudio que se precie que no abra una sucursal en los países del petrodólar.
Y parece que la moda le anda a la zaga, pues la pasión que algunos nativos sienten por la ropa les ha llevado a contratar a los creadores más punteros para lograr un interiorismo a la altura de las marcas de lujo que importan. Éste es el caso de Sheikh Majed Al-Sabah, noble apasionado por la moda y emprendedor que disemina por Medio Oriente las grandes firmas de la costura internacional. El jeque kuwaití, que anunció un proyecto de Jaime Hayón para Dubai, ha presentado recientemente en Bahrein Villa Moda.
Para concebir esta tienda multimarca, su creador, Marcel Wanders, se ha inspirado en muchos elementos del mundo árabe. Por ejemplo, en el zoco tradicional, que para él es un lugar donde se reúnen innovación y tradición, y donde se combinan diversidad e intimidad. En Villa Moda el espectáculo está garantizado, aunque los protagonistas no parecen ser los maniquíes, pues ninguno lleva cabeza sino tan sólo espejos y otros accesorios. ¿Será un tributo a la eliminación de cualquier icono humano? ¿O un simple guiño a la clienta que puede ver reflejada su cara, colocada encima del vestido estrella, sin tener que pasar por los probadores?
No sabemos hasta dónde llega el humor de este neerlandés en el proyecto, pero sí se puede admirar una magnífica combinación de su mundo creativo con las formas decorativas de la cultura musulmana. Así, la celosía de suaves trazos geométricos que se repite en lámparas y muebles, se agiganta y se convierte en biombo, en estantería, en estampado floral o en tulipa desmedida que alberga vistosos vestidos bajo los focos.
Los blancos y negros, y los discretos grises y ocres en suelos y mobiliario, dejan paso al colorido de las prendas en un espacio amplio y diáfano donde el recargamiento visual resulta relajado y fluido. Un entramado estético donde el neobarroquismo de Wanders se encuentra en simbiosis con la imaginería árabe; algo que se observa igualmente en el juego visual entre las teselas de Bisazza y el azulejo tradicional de la zona. Para acabar, destacar la galería de las perlas: un pasillo protegido por globos de nácar cuyo interior está definido totalmente por el I.P. gráfico de Marcel Wanders.
