“El proyecto solo puede ser comprendido en su totalidad desde arriba”, dice Steven Holl a propósito de una de sus más recientes obras finalizadas: The REACH, una ampliación para el Kennedy Center for the Performing Arts en Washington, que se inauguró el pasado 5 de septiembre.
Steven Holl no concibe su arquitectura como una entidad estable y controlable. En su libro Parallax (2000), citaba al poeta Paul Valéry para enfatizar la idea de la percepción del espacio como una experiencia dinámica y multifacética, y reflexionaba sobre la importancia de la duda como sustancia para la creación. Su deseo era una disciplina dotada de profundidad y con capacidad de apelar e inspirar al alma. Y este edificio alberga esas motivaciones: generar un lugar que deba ser recorrido y vivido para ser entendido y que, a la vez, se convierta por sí mismo en un punto de partida y desarrollo para la vivencia del hecho creativo.
The REACH ha incorporado al Kennedy Center todo un nuevo repertorio de zonas interiores y exteriores, que permitirán a esta institución continuar siendo referente de la actividad cultural y la educación artística. Holl y su equipo han planteado una propuesta que parte de fusionar arquitectura y paisajismo para resaltar su carácter de memorial vivo. Una pequeña arboleda de ginkgo, una piscina y una cubierta de caoba son los elementos que evocarán metafóricamente la figura y biografía de John Fitzgerald Kennedy. La unión con el entorno de los tres pabellones que conforman el REACH quiere ser contrapunto de la obra original, diseñada por Edward Durell Stone.
Erigidos en titanio blanco, generan entre sí áreas exteriores y enmarcan vistas que crean una relación con el icónico Monumento a Washington, el Monumento a Lincoln y el frente del río Potomac. La forma de cada una de las construcciones es diferente, no sujeta a ninguna categorización geométrica y, pese a su apariencia monolítica, en la cercanía, su materialidad apela a la escala y sensibilidad humana. Se interconectan bajo cubiertas verdes, lo que ha permitido un amplio espacio interior donde se ubican salas de ensayo, aulas… todas ellas dominadas por la luminosidad y la conexión visual con con lo que hay fuera. Las múltiples zonas ajardinadas al aire libre son una invitación a improvisar actividades vinculadas con las artes, que otorguen a The REACH una vitalidad más allá de lo dibujado por el proyecto y que hagan del Kennedy Center un ámbito de creación inmerso en el siglo XXI y abierto al futuro.