Teatro Campos Elíseos, Bilbao

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Fotos: Roland Halbe

A finales del siglo XIX y principios del XX, los teatros eran para los ensanches urbanísticos lo que son los centros comerciales para nuestra era. Cada clase social tenía su lugar de entretenimiento, fueran óperas o variedades lo que se ofreciera en sus escenarios. Afortunadamente, se conservan muchos edificios construidos en la época en que los cascos urbanos se ampliaban merced al desarrollo industrial.

Bilbao fue un ejemplo más de aquel boom de la construcción, y el Teatro Campos Elíseos nació en 1902 con una fachada Art Nouveau de tronío. Desde hace varias décadas es bien de interés cultural, pero esto no lo salvó de ver volar su patio de butacas en 1978 con una bomba de ETA. Se reinauguró pocos años después con unas obras tendentes a la conservación y albergó durante varios años la Orquesta Sinfónica de Bilbao. Pero su gran renovación llegó cuando la Sociedad General de Autores y el Ayuntamiento, hasta entonces único propietario, firmaron un acuerdo en 2003 para rehabilitar la sala y dotarla de un equipamiento moderno

El proyecto fue encargado a Santiago Fajardo que ya había trabajado con la SGAE hasta su definitiva desvinculación de la entidad en 2011. Polémicas aparte, Santiago Fajardo es el autor de varios trabajos de “rescate” de edificios históricos. El Palacio de Longoria en Madrid, sede de la SGAE, es otra muestra de recuperación de alto valor cultural y su transformación en centros de trabajo eficientes y modernos.

En el caso del “Campos” como se conoce en Bilbao, el proyecto de Fajardo fue transformar una “bombonera” modernista en un centro de artes escénicas adaptado a los usos actuales y dotado con la más alta tecnología escénica. Para ampliar los espacios dentro del edifico, se añadió una cubierta que ha alineado el teatro con los tejados de los demás inmuebles. Asimismo se ha agregado un bloque de viviendas colindante. La fachada sigue intacta encastrada en un conjunto de cristal más amplio y moderno. En cuanto al interior, la identidad rococó se integró en un proyecto más neutro. El trabajo se centró en la sala a la italiana que ahora cuenta con un patio de butacas escamoteado que añade versatilidad a una distribución clásica. Esta zona puede acomodar desde 805 a 1120 personas en función de las necesidades de cada espectáculo. De hecho, el teatro en su conjunto ha pasado de tener 5.000 a 7.300 m2 y ofrece múltiples posibilidades de explotación para garantizar su sostenibilidad.

Una razón que conoce de sobra Santiago Fajardo, que se ha especializado en las dos últimas décadas en la arquitectura de espacios escénicos, y cuyo estudio rehabilitó asimismo la Sala Berlanga en Madrid y creó el Arteria Metropolitan de Buenos Aires.

Enlaces: Santiago Fajardo

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