Del 28 de febrero al 26 de mayo, el Museo de Bellas Artes de Bilbao nos trae una muestra de una de las figuras más prolíficas de España y del contexto vasco: Néstor Basterretxea, artista, escultor, cineasta, arquitecto y diseñador. Una monográfica que celebra los 100 años de su nacimiento enseñando al público su imparable imaginario creativo.
Diseño español: una tarea pendiente
Tenemos algo que aprender de los daneses: su talento de reivindicar el patrimonio histórico de su diseño. Imaginen hasta qué punto hacen esfuerzos por mostrarlo que los rostros de Poul Henningsen o Arne Jacobsen copan una de sus colecciones de sellos de lo más costumbrista. ¿Se imaginan eso aquí con Miguel Milá o André Ricard? Lo dudo. De hecho, ni siquiera hay que mirar hacia los nórdicos: nos basta con los italianos y su fecunda industria —y discurso— para entender que algo extraño ocurre en España; como si nos avergonzase exportar algo más allá del barroco, Pablo Picasso o la selección de fútbol. Y si hablamos precisamente de diseño… apaga y vámonos.
Por suerte, en estos últimos años se están haciendo esfuerzos por trazar genealogías, por sacar a la palestra toda esa tradición creativa española que imperaba en el tiempo en el que Verner Panton ya estaba despegando. Exposiones como El afán moderno. Muebles e interiores en la España de los años treinta, en el Museo de Artes Decorativas, o Madrid, alfar de modernidad. Cerámica y diseño a mediados del siglo XX, en el Centro Cultural Fernando Fernan Gómez, fueron dos ejemplos que nos ayudaron a abrir los ojos sobre la cultura de nuestro país, una cultura rica de la que aún no se menciona demasiado; y ya se sabe que para que los legados no mueran, se necesita hablar de ellos, tenerlos en la boca, nombrarlos como mínimo. En este terreno, es de agradecer la labor de Pedro Feduchi, Peio Aguirre y Pedro Reula, quienes logran que el olvido tenga menos presencia en el canon histórico del diseño español. Es más: la nueva retrospectiva sobre Néstor Basterretxea lo reafirma.
La visión caleidoscópica de Néstor Basterretxea
Esta monográfica en el Museo de Bellas Artes de Bilbao rescata la figura de un creador que se acercó a la disciplina desde un pensamiento avant-garde para la época. Podríamos decir que incluso entrepreneur cuando eso era algo que solo hacían los Eames. Un paseo por las cinco salas que conforman la muestra resultan suficientes para sorprendernos con su trayectoria: mobiliario que dialoga con múltiples estéticas de aquellos años; el proyecto de la casa-taller de Irún junto a Oteiza y Vallet; volumetrías arquitectónicas y maquetas que nunca salieron de la pequeña escala; catálogos, logos y colaboraciones con marcas de muebles… Sin duda, un compendio de inquietudes artísticas que ponen en el centro a un pensador multidisciplinar que hizo carrera más allá de la escultura y el cine.
Llama la atención su producción para H Muebles, creaciones de corte racionalista pero con una intención rebelde: sus mesas auxiliares para la familia Huarte lo reiteran. Pero también somos testigos de la importante tarea de proseguir en este sector aportando un enfoque distinto, como en la tienda Espiral y, sobre todo, en la empresa Biok, donde destacan piezas tan originales como la butaca Kurpilla o el diván H: nada que envidiar a lo que sacaba por aquel entonces Arflex. Y qué decir de su escritorio Bermeo en madera maciza, cuya monumentalidad se debe a la idea con la que lo propuso: medir lo mismo que el propio Basterretxea. Quizás su espíritu de artista fuese determinante para hacerle concebir mobiliario con un toque mucho más atrevido y, sin duda, con un atractivo internacional.
El mismo Basterretxea confesaba en noviembre de 1969 que “los colores (hasta las formas) surgen a menudo de la atenta y sensible observación del mundo que nos rodea. Un determinado aspecto de la naturaleza o el objeto más inesperado pueden contener una preciosa sugerencia que se transforma luego en el diseño”. Y eso sin contar los dibujos que plasmaba en lo que él denominaba sus “volumetrías”: una relación con la arquitectura que parecía otear las utopías de Archigram para intentar hacerlas más vivibles.
El trabajo curatorial que han desempeñado Pedro Feduchi, Peio Aguirre y Pedro Reula en Néstor Basterrexea. Diseño y arquitectura vuelve a recordarnos cómo la historia del diseño parece no situar con mucha amabilidad a los de nuestro país, pese a su gran contribución. Esperemos que con estas pequeñas masterclass expositivas se comience a valorar más la herencia de nuestros diseñadores. Ya va siendo hora de dejar de mirar constantemente a las estrellas que están siempre en el campo de juego —los Jacobsen, los Ponti, los Henningsen…— para empezar a aprender de aquellas que todavía siguen sentadas en el banquillo.
Hasta el 26 de mayo de 2024.