Todos somos muy de estar en la calle hasta que llega el bochorno veraniego. El calor abrasador nos hace desear constantementela ducha y a no ser que estemos cerca de una piscina no queremos saber nada deponernos al sol. Las calles de las ciudades se quedan desérticas y sólo cuandoempieza a caer la noche, se despega uno del aire acondicionado de su salón. Oal menos, eso es lo que sucede en Madrid.
En Melbourne, sin embargo, se niegan a asumir esta realidad. The Naomi Milgrom Foundation propuso en 2014 un proyecto titulado MPavillion. Éste se presentaba como un espacio cívico, un laboratorio abierto a los vecinos que a lo largo del verano albergara eventos culturales en Queen Victoria Gardens. Cuatro meses de charlas, workshops, performances e instalaciones gratuitas que potenciaran el rol del diseño, la arquitectura y la creatividad en la construcción de una ciudad habitable y contemporánea.
La iniciativa partía -y todavía parte- de la construcción de una serie de seis pabellones temporales que, si bien durante la época de verano se alojan en el centro de la ciudad, una vez llegado el otoño son reubicados de manera permanente en una nueva localización. A la movilidad le acompaña un abanico amplio de usos y utilidades, puesto que en primer lugarse entiende el espacio cerrado como escenario de acciones, y en segundo como objeto de museo. Actualmente, la edificación de Sean Godsell (2014) se puede encontrar en el Hellenic Museum, la de Amanda Levete (2015) en Docklands Park, la de Bijou Jain (2016) en Melbourne Zoo y la pieza de los compañeros de OMA Studio, Rem Koolhaas y David Gianotten (2017) en Monash University.
En 2018 MPavilion se ha puesto en manos de Carme Pinós. La arquitecta catalana, continuando con el estilo que tanto le caracteriza, no podía sino apostar por distinguidos planos y ángulos agudos. Los techos de madera dejan pasar el sol y la lluvia a través de sus rejillas, mientras que la estructura de acero se atreve a soportar el peso de lainclinación que, caprichosamente, toma el conjunto. Una manera de relacionar el interior con el exterior, la ciudad con la naturaleza, o como Carme ha dicho enmás de una entrevista, de “crear espacios donde las personas se identifican como parte de una comunidad, pero también sienten que pertenecen a la universalidad”. Una obra que, sin duda, nos refresca la idea de origami.
