Kentaro Kurihara y Miho Iwatsuki —Studio Velocity— son minimalistas, no obvios. Son armoniosos, no sencillos. Son sorprendentes, no rompedores. Y, sobre todo, son clásicos, no tradicionales. La mesa de cocina que nos ocupa hoy es blanca, rectangular. ¿Suena poco emocionante? No lo es.
La esencia japonesa de Studio Velocity
Pocas veces un rectángulo blanco puede presumir de dinamismo. Pocas veces un mueble puede presumir de dominar un ambiente con su presencia. Pocas veces una mesa de las dimensiones de una habitación puede presumir de práctica. Pero el diseño de cocina de Studio Velocity —el equipo de arquitectura japonés compuesto por Kentaro Kurihara y Miho Iwatsuki— reúne todas estas cualidades.
Si han oído hablar de ellos, probablemente haya sido en relación con alguna de sus construcciones, todas ellas límpidas, funcionales y únicas. Como buenos nipones, su armonía surge de un minimalismo contenido. Y digo contenido porque lo sinuoso de sus trabajos sugiere que su mobiliario o sus edificios quieran ser algo más. Las líneas rectas se rebelan y se giran con aire desafiante. Como ocurre con las esquinas de las pagodas que se elevan, sutiles, con un toque de dignidad vigilante. En alerta.
Kurihara e Iwatsuki son minimalistas, no obvios. Son armoniosos, no sencillos. Son sorprendentes, no rompedores. Y, sobre todo, son clásicos, no tradicionales. La mesa de cocina que nos ocupa hoy, de diseño minimalista, es blanca, rectangular. ¿Suena poco emocionante? No lo es. Si la miramos desde arriba es igual que la planta de su Forest House in the City, también un rectángulo blanco. Pero un rectángulo congelado en su movimiento. Esa sensación es posible gracias a los trazos que conforman el perímetro, tensos hasta la curva. Parece que, en vez de estar ante un material rígido, estemos frente a una vela que se adapta, tirante, a la presión del viento.
Diseño minimalista para la vida
Una mesa que invade la extensión de toda la sala contiene todo lo necesario, se amolda al espacio que habita y rodea los elementos arquitectónicos —como las columnas— que lo integran hasta formar parte de ellos. Esta pieza no es un mueble, es la estancia en sí. Es un escenario para el día a día, para los objetos y las personas. Es, prácticamente, una mesa habitable. Todo puede suceder simultáneamente sobre su superficie, casi tan amplia como la del suelo sobre la que descansa. Comer, cocinar, charlar, leer, estudiar… A su alrededor discurre la vida en comunidad, en familia.
Esta propuesta de Studio Velocity da a la cocina un papel protagonista como lugar de convivencia. Un plano donde todo puede desarrollarse. Una escenografía perfecta para la épica diminuta de nuestra biografía doméstica. Para la liturgia de lo cotidiano. De la manera menos obvia posible. Al fin y al cabo, la quintaesencia de lo japonés.
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