La estrategia seguida para diseñar el nuevo acceso a la Escuela de Ingeniería y Gestión de la localidad suiza de Yverdons-les-Bains ha sido un preciso ejercicio de síntesis. Una demostración de que un gesto esencial de arquitectura -el acto de levantar una pared- puede ser creador de un espacio y un efectivo agente de cambios, además de un definitorio elemento estético. Detrás de la propuesta se encuentra el jovencísimo estudio de arquitectura A&F Architectes, que ha trabajado en colaboración con la artista parisina Delphine Renault
El valor de este proyecto radica en el inusitado encuentro que propone entre lo escultórico y lo arquitectónico, y en el equilibrio entre la contención y la audacia. Su objetivo era múltiple. Por un lado, destacar la principal área de entrada a la escuela -que hasta entonces no era claramente identificable-. Por otro, activar toda una serie de lugares abiertos ya existentes, pero infrautilizados. Y finalmente, crear un nuevo espacio: un ágora colectiva donde albergar todo tipo de actividades.
La pared construida extiende la curva del edificio original -cuya estructura es marcadamente racional y orgánica-, permitiendo crear así un pabellón de entrada y, a la vez, una fachada monumental que delimita claramente la superficie del reciento académico y destaca su identidad. Con una altura de casi 9 metros, está hecha en el mismo hormigón del edificio original, indicando así su voluntad de plena integración en el complejo. En la cara interna, se abren unos huecos, a la manera de píxeles; mientras que la otra está conformada por cajones que evocan claramente la cúpula del Panteón de Agripa: una referencia a los usos más antiguos del hormigón en la arquitectura y al tipo de investigaciones que se desarrollan en esta escuela de ingeniería.
Esta alusión a la antigüedad contrasta no sólo con la contemporaneidad de los ‘píxeles’ -con los que queda inscrito a gran tamaño el nombre de la escuela-, sino también con la abstracción y el poder cromático de un disco azul enmarcado por un cuadrado. Una imagen en la que se conectan hombre, círculo y cuadrado y que propone una alegoría del Hombre de Vitruvio dibujado por da Vinci. De igual manera, las diferentes perspectivas y fragmentos visuales que surgen en función del movimiento del usuario, confieren a este punto de acceso el potencial de ser “otro lugar”. Una contundencia material que hace de este proyecto una positiva definición del término “icónico” en el ámbito de la arquitectura en la universidad actual.
