El nombre de Arno Declercq resuena en el mundo del diseño como una mezcla única de tradición artesanal, influencia tribal y modernismo brutalista. Y ahora el creador belga ha abierto las puertas de su showroom a coleccionistas de arte y amantes del diseño para mostrar la fusión de materiales primitivos con formas contemporáneas.
Las aventuras de Arno Declercq
Podemos imaginar la biografía de Arno Declercq como si estuviese sacada de un cómic de Tintín: mítico personaje literario y héroe nacional belga. Nacido en 1994, Declercq creció en un ambiente profundamente vinculado al diseño. Hijo de un padre graduado por la Real Academia de Bellas Artes de Amberes y de una madre propietaria de una boutique de marcas vanguardistas, vivió una infancia rodeada de arte en mayúsculas. Y estas influencias marcarían su camino, llevándolo a formarse inicialmente como interiorista.
Más allá de su maestría técnica, Declercq se distingue por la narrativa que hay detrás de lo que hace. Su pasión por la exploración y los viajes lo llevaron hasta África, donde germinaría su vínculo emocional con las culturas tribales, en particular con los rituales y simbolismos del vudú. Esta fascinación se refleja en sus formas geométricas elementales y texturas crudas, que establecen un diálogo dual: antigüedad vs. modernidad, funcionalidad vs. espiritualidad. Esto le ha llevado a colaborar con marcas de lujo como Fendi, Saint Laurent y Hennessy, posicionando sus creaciones en hoteles y restaurantes de renombre. Defensor de un diseño único y diferencial, Declercq trabaja estrechamente con sus clientes para concebir piezas que se adapten a los espacios cotidianos, trascendiendo las modas pasajeras.
Diseño contemporáneo de singularidad material
Uno de los aspectos más destacables de su labor es el manejo artesano de los materiales. Desde que comenzó su carrera en 2017, ha explorado las propiedades de la piedra y la madera, prestando especial atención al iroco: un árbol tropical africano. Precisamente, su colección Zoumey —conformada por mesas, sillones, bancos y aparadores— toma este nombre por el concepto que ciertas tribus africanas otorgan al espíritu del propio bosque. Y es que, por momentos, sus muebles se observan como grandes trazos en el aire, que cortan el plano del suelo con sutileza y, a la vez, solidez constructiva.
Además de la madera, en su reciente serie Igbo —presentada en octubre de 2024— el belga ha introducido el recurso del acero quemado. Un conjunto de esculturas y mobiliario de geometrías que evocan el abrazo de la naturaleza. Aquí, Declercq demuestra la evolución en su propuesta tamizando la monocromía imperante con pequeños elementos que dan brillo, como sus cálices, bandejas y cuencos cubiertos de bronce.
Un showroom para que la oscuridad brille
Cuando el discurso de un diseñador trasciende la imagen para redes sociales y predica sobre la singularidad matérica, la importancia de la experiencia física pasa al primerísimo primer plano. Esto llevó a Declercq a abrir en 2023 su primer showroom privado en el corazón de Amberes: una galería de 500 m2 donde cada detalle ha sido escogido con minuciosidad. En este lugar, la inmensidad y el impacto visual de su obra no invade el entorno, sino que lo segmenta en una secuencia de armonía silenciosa, con un magistral juego de combinaciones de proyecciones y ángulos.
El porfolio de Declercq es una oda a la atemporalidad en objetos que buscan perdurar tanto física como emocionalmente. Ya sea una mesa de madera de iroco o una escultura de acero quemado, cada una de sus creaciones está destinada a ser una pieza artística funcional, invitando a la contemplación, pero también al uso diario. Y es esta elegante capacidad de conceptualización la que le posiciona, a día de hoy, como una de las voces más interesantes del panorama actual del diseño.
En este enlace puedes leer más artículos sobre Arno Declercq.
Su filosofía se basa en fusionar lo primitivo con lo contemporáneo, creando piezas que evocan simbolismo cultural y funcionalidad atemporal.
El showroom de Arno Declercq cuenta con un espacio expositivo de 500 m2 en el centro de Amberes (Bélgica). Visitas con cita previa.
