Aesop ha confiado en el estudio Mesura para transformar piedra centenaria en la arquitectura de su tienda, situada en la Avenida Diagonal de Barcelona. Un homenaje a la materia local y a los rituales compartidos, donde el agua, la roca y el wellness se funden en diseño.
Mesura toma Montjuïc como cantera
Nada es inmutable. El agua, preciado bien y protagonista de numerosos rituales de cuidado personal, se halla en constante cambio; siempre adaptándose a su contenedor. Las fuentes de las que mana, más allá de saciar la sed y embellecer las plazas, se transforman en puntos que invitan a la pausa y animan al encuentro. Y en este carácter social se ha inspirado el estudio barcelonés Mesura para el nuevo enclave de la firma Aesop, especializada en productos para la higiene personal.
Bajo esta idea —y recuperando la icónica piedra de Montjuïc en una oda a la materialidad—, el equipo catalán ha diseñado su nueva tienda en la Avenida Diagonal de Barcelona apoyándose en tres conceptos: la atemporalidad, la cercanía geográfica y la sostenibilidad. Un planteamiento con el que se alejan de la globalización del interiorismo actual, recurriendo a objetos arquitectónicos que provengan de kilómetro cero y que hayan pasado la prueba del tiempo.
Aesop celebra lo imperfecto
Para ello, emprendieron una búsqueda de componentes con vidas anteriores. Primero dirigieron la mirada a una posible reconversión de desechos de la Sagrada Familia, pero no tuvieron éxito. Sin embargo, después descubrieron los 130 años de tradición de la cantera Barbany, que bajo un manto de vegetación conservaba restos de demolición de estructuras decimonónicas del barrio Gótico: arcadas, zócalos y antiguas fuentes que habían sido construidas con piedra de Montjuïc. Esta roca sedimentaria de color crema —cuya extracción en la montaña homónima de Barcelona ya no está permitida— se ha convertido en la escenografía perfecta para los productos de Aesop.
Mesura seleccionó y catalogó 78 piezas y, tras varias semanas de aprendizaje en el manejo y colocación manual de los “escombros”, se llegó a la fase de la composición. La anastilosis —término griego que alude a la reconstrucción de monumentos antiguos mediante el reensamblaje de los elementos originales — define el método de trabajo empleado. El proceso de diseño convencional se invirtió: no se materializó lo imaginado, sino que se conquistó el espacio con recursos que antaño dieron forma a otros lugares.
El conjunto se enmarca en un lienzo neutro que busca dialogar con la piedra por medio de un estuco texturizado en paredes y techo y, también, —en un juego visual y sensorial de contrastes— armonizar con la lisura del suelo y el estilo industrial del acero de grifos y accesorios. Una combinación de pasado y presente que recoge modernismo y tecnología, en una impecable demostración de diseño inteligente que revive la identidad de Barcelona.
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