Con base en Madrid, Estudio Ibarra es un atelier de arquitectura e interiorismo a medida que aborda sus proyectos desde la sensibilidad holística. Como una oda al lujo silencioso, sus soluciones son un reflejo integral de la manera suntuosa con la que sus clientes internacionales habitan, como vemos en tres de sus grandes proyectos.
Los hogares felices de Estudio Ibarra
Le Corbusier describió la casa moderna como “el estuche de la vida, la máquina de la felicidad”. La arquitecta Paloma Ibarra conserva en su retina algunas imágenes del agradable entorno en el que se crio. Bellos recuerdos relacionados con el pensamiento idealista del arquitecto suizo, y es que ella misma afirma que, desde pequeña, ha considerado la casa como un sinónimo de felicidad. Por eso tomó el diseño a modo de herramienta funcional, fundando un atelier desde el que pretende ayudar a otras personas a concebir el hogar en el que sentirse alegres.
Con la intención de trascender lo convencional del lujo, su visión apuesta por la simplicidad y fomenta la uniformidad de sus creaciones por medio de la escucha de las peticiones, sueños o necesidades de los usuarios. Aunque, en esa customización, el estudio se inclina hacia un purismo estético que unifica y define su esencia como marca. Por eso cada intervención doméstica se halla envuelta de un aura serena y equilibrada, y así lo vemos en estas tres obras de su porfolio: Boreal, Castizo Latino y Ágave Blanco.
Boreal. La aurora modernizada
Paseando por su producción, nos topamos con la armonía estética de Boreal. Esta vivienda, alejada del bullicio urbano de Madrid, responde a los requerimientos de una joven familia que buscaba tranquilidad sin renunciar a la sofisticación. Aquí, Estudio Ibarra redefinió la concepción de las estancias, fusionando la tradición del enfoque nórdico con una propuesta contemporánea que sorprende desde el primer vistazo. Inspirada en Noruega —país donde residieron sus habitantes— se encuentra rociada por una aurora de color que renueva el estilo escandinavo.
Las líneas rectas organizan el entorno, los tonos blancos y terracotas aportan calidez mientras que los detalles negros en accesorios estratégicos provocan ligeros contrastes. Cocina, salón y comedor han sido divididos sutilmente para favorecer la amplitud y el disfrute de momentos compartidos. Ejemplo de ello es el separador metálico del living, que además permite el flujo de luz y actúa como una superficie funcional para colocar objetos cotidianos. De esta manera, el sentido acogedor se armoniza con la continuidad visual, configurando esta reinterpretación de las auroras boreales.
Castizo Latino y el efecto wow
Y desde el norte europeo, nos movemos a Latinoamérica aterrizando nuevamente en Madrid. Como una solución a los gustos de los grandes patrimonios y familias latinoamericanas que están estableciéndose en el centro de la comunidad madrileña emerge Castizo Latino. Esta corriente combina la riqueza cultural autóctona con las exigencias de sus clientes internacionales, que prefieren situarse en zonas selectas como Salamanca, Recoletos y Justicia. Estudio Ibarra ha sabido capturar la particularidad de estos barrios, plasmando residencias que destacan por su elegancia y por su ubicación privilegiada.
Las vistas y la luz natural se maximizan con técnicas avanzadas, tratando de iluminar y también de destacar. Todo detalle está pensado para sorprender y encantar, consiguiendo un efecto wow mediante la inclusión de detalles que singularizan cada planteamiento. Además, el arte es un componente importante para Estudio Ibarra, por eso se aproximan a los ambientes como lienzos en blanco, otorgando protagonismo a las piezas artísticas. Asimismo, la carpintería adquiere gran importancia con el uso de maderas exóticas que añaden un toque único.
El dulzor sofisticado de Ágave Blanco
Ágave Blanco —su trabajo más reciente— fue diseñado para una familia procedente de México, que buscaba un refugio en el corazón de la capital española. Este proyecto se concibe como su pied à terre: un espacio que se convierte en el lugar perfecto para sus visitas periódicas a España. El desafío principal se centró en crear una vivienda que mantuviera los rasgos que enamoraron a los propietarios en Casa Serena —un trabajo anterior—, pero dotándola de una personalidad propia y diferenciadora. Para ello se tomaron como base recursos clave: baquetones de escayola, tarima en espiga y partes en negro.
La organización del salón debía resolver un complicado entramado de vigas y conductos de climatización que fragmentaba el ambiente y reducía la altura. Y para contrarrestar estas limitaciones, se trazaron foseados de iluminación indirecta, originando una línea ortogonal que trazaba las formas orgánicas del mobiliario de la zona de estar y comedor. Esto no solo resolvió el problema estético, sino que reforzó la sensación de amplitud y luminosidad. Sin embargo, la marca diferenciadora en Ágave Blanco fue el uso de la madera de nogal: un matiz cálido que endulzó la base neutra y clásica general, destacándose en puntos clave como los muebles de los aseos y el salón.
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