Las obras de la artista italiana Monica Bonvicini se instalan en el terreno de lo incómodo. Como ella misma nos explica mientras visitamos su última exposición en el museo Berlinische Galerie de Berlín, nunca se ha sentido especialmente a gusto en ninguna de las ciudades donde ha vivido. No es de extrañar, por tanto, que el corpus de su trabajo gire alrededor del espacio y la arquitectura como herramientas de poder, de vigilancia, de control sobre nuestros cuerpos y nuestras libertades. Esas fronteras ajenas a nuestra identidad, a nuestra sexualidad y a nuestro género. Así, sus instalaciones hacen cuestionar al espectador su rol como testigo de lo que está presenciando. Utilizando un lenguaje abstracto y contemporáneo, consigue, sin embargo, que sus creaciones resulten accesibles y abiertas a múltiples interpretaciones. Como el mejor Gerhard Richter.
El título de su muestra en la capital alemana, 3612,54m3 vs 0,05m3, pone de relieve el volumen de la galería frente al volumen del cuerpo de la artista. O de nuestro propio cuerpo. Un muro de diez metros, apuntalado por andamios, divide la sala en dos. En sus propias palabras, refleja el estado de las cosas hoy, tras este annus horribilis. Como una metáfora de Europa, con una pequeña puerta que va admitiendo cuerpos al otro lado y que se cierra con un brutal estruendo, esa pared metálica nos hace reflexionar sobre la deriva de las grandes decisiones políticas. Tras franquear la entrada, encontramos varias obras que refuerzan esta línea de pensamiento. Entre ellas, una gran escultura mecanizada, a medio camino entre una escoba y un látigo. Los pistones que la mueven dan ritmo a la respiración de la pieza, y su movimiento sin fin nos evoca con humor las discusiones que dan vueltas y vueltas sobre lo mismo, para nunca conseguir avanzar. Un humor que Bonvicini emplea a menudo para evitar que su arte sea arrogante o didáctico y con el que acercarnos sin miedo a los espinosos temas que la apasionan. 3612,54m3 vs 0,05m3 estará abierta al público hasta el 26 de febrero.
