Desarrollar conceptos artísticos en espacios comerciales. Esa es la propuesta de We+: un estudio japonés que da forma a sofisticadas instalaciones de escaparatismo en las que la tecnología más avanzada conecta con los materiales más esenciales. Su estrategia: convertir el diseño en un artefacto poético. Su objetivo: transformar la experiencia de compra a través de sutiles escenografías que hablan de la luz, del agua o del paso del tiempo.
La mejor forma de diseñar no siempre consiste en dar respuestas, sino en hacer preguntas. Preguntas que nos lleven a otras hasta lograr el concepto más intrínseco. Y esto es lo que hace el estudio japonés We+: cuestionarse cómo trabajar los grandes temas tomando como referencia la naturaleza y utilizando la tecnología para ofrecer experiencias únicas. Tanto con instalaciones propias como para grandes marcas como Hermès, Shiseido, Seiko o Issey Miyake, su labor consiste en la abstracción de una idea hasta convertirla en una vivencia sensorial exclusiva en diálogo con el tiempo, la belleza, la sorpresa, la luz o el agua.
Escaparatismo para el usuario
We+ definen sus proyectos de escaparatismo como alternativos, experimentales y empáticos. Y es que el usuario es el principal protagonista de sus creaciones. “Queremos que los espectadores disfruten genuinamente de lo que tiene lugar delante de sus ojos, que se entusiasmen como si recuperaran sensaciones olvidadas”. Esta conexión, que se establece por medio de la curiosidad, genera una conversación íntima entre la pieza y la mente del público, que reconoce fenómenos medioambientales cotidianos, pero en un entorno completamente inesperado y con una tecnología intrigante.
Parece que hablamos de obras que podríamos encontrar en exposiciones o galerías, pues su poética alcanza lo artístico, pero nada más lejos de la realidad: se encuentran a pie de calle, entre bulliciosos comercios o en escaparates. El resultado es tan hipnótico que respira arte, pero su estructura tecnológica es tan inteligente que solo puede denominarse diseño.
ROOM Diseño.- ¿Para We+, arte y diseño van de la mano o es preciso trazar la línea que los separa?
We+.- Siempre creamos desde la perspectiva del diseñador. Intentamos entender el briefing y estudiamos cómo podemos proponer visiones y valores diferentes. A veces usamos técnicas artísticas, de manera que lo que hacemos parece ir del arte al diseño y viceversa. Creo que en esta época es muy difícil trazar una frontera entre ambas disciplinas, pero, como creador, pienso que es importante tener un punto de vista y un contexto.
Este continuo juego entre arte y diseño, naturaleza y máquina, espectador y cliente, solo es posible por medio de una observación y de un análisis meticulosos, que los lleva a extraer el significado fundamental de la campaña y a averiguar la forma de convertirlo en un dispositivo sublime. Una vez se obtiene el concepto principal, se buscan los fenómenos naturales implicados y se plantea un soporte digital que permita controlarlos por algoritmos, haciendo fácil lo difícil y sencillo lo complejo.
R.D.- ¿Qué estrategias creativas seguís a la hora de desarrollar una propuesta?
We+.- Para poder sumergir al observador en el confort de la incertidumbre y la fluctuación de los fenómenos naturales, elegimos el modo más puro de mostrarlo por medio de numerosas investigaciones. El proceso determina la apariencia en la que intentamos ocultar los sistemas de circulación de los elementos que usemos, ya sean arenas, textiles, agua…
Estética de la fugacidad
Uno de los grandes protagonistas en el porfolio de escaparatismo de We+ es el tiempo. En torno a él surgen siempre las mismas preguntas. ¿Cómo hacer visible su paso? ¿Cómo acentuar la fugacidad de cada instante? Para responder a estas cuestiones introducen el factor cambio en sus artefactos; así, lo que ha sucedido en el segundo anterior ya nunca volverá a ocurrir. El reloj está en constante movimiento y nos hace avanzar hacia el futuro sin descanso, sin tregua.
Por esta razón, para el escaparate navideño de Seibu Shibuya (2016) la pregunta de partida fue “¿Hay algo más efímero que un objeto que se va deshaciendo a modo de calendario de adviento?”. Para el Seibu Christmas Window, dispusieron cinco bobinas mecanizadas que iban deshilachando un total de 80 tapices superpuestos, creando una sensación de continua transformación y de intriga ante el tapete que se iba descubriendo poco a poco. En esta misma línea, su conocida instalación FLUX buscaba sugerir cómo percibe el paso del tiempo cada individuo.
R.D.- ¿Cómo fue el proceso de una escenografía intangible como FLUX para una marca de relojes como Seiko?
We+.- En el caso de Seiko, tomamos el lema del cliente, “La naturaleza del tiempo”, y experimentamos con la arena, el agua o la luz –que simbolizan transitoriedad– poniéndolos en marcha, combinándolos. Desarrollamos un líquido especial que almacena la luz tras ser expuesto a ella, y superpusimos “el paso del tiempo” en su lento flujo. La reacción lumínica, que nadie había visto anteriormente, capta la atención del espectador y modifica su percepción de la luz y el agua, haciéndolas más íntimas.
Por tierra, mar y aire
“Estamos interesados en lograr experiencias en escaparatismo que nunca se han visto anteriormente usando elementos universales y cotidianos como el agua o el viento”. Y es precisamente el primero el que les permitió materializar una de sus obras maestras: una propuesta tan hipnótica y atrayente que despierta el deseo de volver a 2014, al Maison & Objet de París o al Salone del Mobile de Milán, para ser testigos de MOMENTum. En este caso, We+ se planteaba si es posible modelar al agua y controlarla para generar patrones, y la respuesta es sí. Por medio de una bomba y una válvula solenoide, pequeñas gotas eran impulsadas en una superficie con límites hidrofóbicos, haciendo que el líquido se separe, se multiplique y se mueva originando geometrías similares a las producidas por un espirógrafo.
Otro recurso común en sus proyectos es el viento. La armonía de una hoja bailando con una ráfaga en el centro de la ciudad es, para ellos, una manifestación de vida cuya observación nos permite la evasión y el mindfulness. Reproducir algo tan natural y aleatorio en el escaparate del edificio de Shiseido en Ginza (2020), en una zona rodeada de rascacielos, parece absolutamente imposible.
Sin embargo, We+ decidió llevarlo a la máxima expresión y programar los algoritmos para convertir el azar en algo planificado. Los sofisticados sistemas técnicos, ocultos para el observador, permiten expulsar ráfagas de aire sobre cinco columnas con 80 piezas de papel texturizado unidos por un fino hilo casi invisible. El resultado recrea la coreografía de las hojas al viento. Con esto, se consigue la abstracción del movimiento y una nueva aleatoriedad, ante los impredecibles vaivenes de los papeles y las sombras que proyectan.
La relación con Shiseido ya se iniciaba el año anterior, cuando trasladaron al cromatismo el lema de la firma: “Diversidad, belleza e innovación”. Para ello, emplearon un conjunto de 500 hilos de colores, que se movían como si de una sinfonía visual se tratara mediante composiciones y gradaciones únicas. “Utilizamos el color cuando es necesario para expresar un pensamiento de la forma más atractiva y potente”. Por eso, en Encounter –el escaparate para Hermès de este año- decidieron aprovecharse de la cualidad miscible del color, por la cual dos elementos cromáticos a primera vista inconexos pueden combinarse para generar un tercero. En este proyecto de escaparatismo, arenas de diferentes tonalidades situadas en diferentes puntos van cayendo sobre tubos horizontales con tornillos rotatorios que las mezclan, generando nuevos colores a cada instante en un discurso vertical de cambio. Según los autores, Encounter es un reflejo de nuestra sociedad actual: un símil sobre el impacto de los dispositivos digitales en nuestra vida hasta hacerse imprescindibles.
Códigos biomiméticos de We+
La naturaleza no solo les sirve de inspiración, incluso van más lejos. En algunos de sus trabajos de escaparatismo, hablamos de biomímesis. Como en Heap (2019): un sistema que estudia la configuración de la nieve, por la cual dos sustancias frágiles como el aire y el hielo se unen dando lugar a materiales muy duros y resistentes. Apilando módulos compuestos por tres varillas metálicas, se producen múltiples combinaciones que se traducen en sillas y jarrones de todas las formas y tamaños, elevando el grado de libertad de desarrollo con la utilización de un único módulo.
La estructura juega también un papel clave en la instalación para Issey Miyake. En ella se valen de una herramienta que cose los dobleces a una tela usando un hilo termorreactivo, que se encoge al aplicar vapor a la prenda. Esta flexibilidad, controlada por un motor sobre cintas verticales, permite generar un dinamismo orgánico que acompaña al objetivo de la campaña: el paisaje de Islandia.
Por su continuo movimiento y la fugacidad que respiran, los diseños de We+ son dignos de ser observados sin descanso, con una mirada atenta a la búsqueda de lo imperceptible: ese intento de desentrañar los mecanismos que hacen controlable lo arbitrario y manipulable lo espontáneo. Sus propuestas tratan los conceptos más universales y los someten a preguntas que, en lugar de encontrar respuesta, plantean nuevas cuestiones. Y entre todo esto, el público atónito se sumerge durante un instante en lo más profundo de la idea para reencontrarse con la sensación de armonía perdida.
