Tipos de Espacio es la arquitectura efímera site specific fruto de la colaboración de Hanghar —el estudio de Eduardo Mediero, uno de los arquitectos españoles jóvenes que concitan ahora mismo la atención emergente— y la oficina mexicana Palma. El suelo, cubierto con virutas de ladrillo de desecho, obliga al visitante a ralentizar el paso y genera un ambiente sonoro peculiar, que interactúa con la atmósfera creada por los pulverizadores de agua.
Buena parte de las instalaciones que se realizan en Concéntrico Logroño, el cada vez más consolidado e interesante festival de arquitectura que toma las calles de Logroño en septiembre, puede verse después en las inmediaciones de los Nuevos Ministerios en Madrid.
Obviamente, no será el caso de Pasaje Chimenea, fruto de la colaboración de Hanghar —el estudio de Eduardo Mediero, uno de los arquitectos españoles jóvenes que concitan ahora mismo la atención emergente— y la oficina mexicana Palma, por su estricta condición site-specific. Esto, junto con su jugosa densidad conceptual, hace que merezca la pena detenerse en ella.
La actuación se ubica en el pasaje de la antigua Tabacalera, un estrecho callejón en el centro de la capital riojana que separa la sede del Parlamento regional de la Sala Amós Salvador. En uno de sus extremos se alza la gran chimenea industrial de ladrillo rojo, único vestigio de la fábrica de tabacos que funcionó allí entre 1890 y 1978. Esta ocupaba a su vez el edificio del antiguo convento de la Merced, del siglo XVII, por lo que la instalación compacta de nuevo la manzana, aunque de una forma distinta.
Los autores han dispuesto una secuencia de módulos de planta cuadrada, resueltos espacialmente de modo diverso: un cilindro, un prisma girado 45°, un muro divisorio en diagonal, etc. Estas estancias, que se proponen como “habitaciones domésticas”, se sitúan en enfilada, pero se experimentan como una suerte de laberinto por su variedad.
Construidas en ladrillo de termoarcilla rojo, empastan visual y evocadoramente con la chimenea y con la fábrica desaparecida. El suelo, cubierto con virutas de ladrillo de desecho, obliga al visitante a ralentizar el paso y genera un ambiente sonoro peculiar, que interactúa con la atmósfera creada por los pulverizadores de agua.
Desde fuera, parece un bloque ciego y macizo coronado visualmente por la chimenea, pero una vez atravesado el umbral, las diferentes salas están abiertas al cielo a modo de impluvia o patios. Así, la escala urbana se transforma en escala doméstica; y el espacio público, en habitáculo ambiguo y acogedor.
Lo que una vez fue compacto vuelve a serlo, pero ahora con carácter poroso. Lo que es habitualmente lineal pasa a ser secuencia de ámbitos cambiantes sin perder del todo esa característica. Una reflexión empírica en Concéntrico Logroño sobre los límites y la labilidad de lo interior y lo exterior, y sobre la manera de hacer visible la condición de palimpsesto de la ciudad.
