Texto: Micaela Gómez Jiménez
La bicicleta es uno de esos aparatos que nos encanta: un ingenio por excelencia y un artículo en auge y continuo progreso. En los últimos años, sus innovaciones son múltiples y replantean su concepto desde el manillar al guardabarros. Estas son algunas de las propuestas con las que la ingeniería más avanzada soluciona los problemas del ciclista urbano.
Las mejoras de funcionamiento, normalmente ligadas a ámbitos de ciclismo deportivo, nos presentan conceptos asombrosos, casi mágicos. Un ejemplo de ello es el sistema activo de suspensión que presentó CANYON el pasado agosto en Eurobike 2014. El método permite reducir la vibración provocada por la irregularidad del terreno y conseguir una conducción más suave y rápida. Lo novedoso es cómo lo consigue. El fluido empleado para conseguir la amortiguación, contiene partículas magnéticas en suspensión que pueden polarizarse y otorgar distinto grado de viscosidad al componente. En la zona trasera del cuadro, un sensor emite una señal eléctrica para ajustar las propiedades de amortiguación en función del tipo de conducción y pavimento detectado. También interesante es el diseño reconocido por los premios Dyson, capaz de rellenar tu botella condensando el agua del ambiente, especialmente interesante si se entiende en su contexto, el clima húmedo del Reino Unido y el ciclismo al aire libre.
Si hablamos de aspectos más cotidianos y de la bici urbana que cada día coloniza más las ciudades, la innovación tecnológica se dirige a un aspecto claro: la seguridad. Tanto para la bici como para su propietario, la electrónica ayuda a formar una red de control que tranquilice al usuario. El wi-fi y demás herramientas inalámbricas posibilitan la conexión entre aparatos móviles y aparecen multitud de complejos integrados. Uno de ellos es COBI, un proyecto alemán que pretende aunar todos los elementos del manillar en un único dispositivo donde se ancla el teléfono smartphone. COBI hace a la vez de navegador, reproductor de música, control de posición y de proximidad, cargador y alarma antirrobo. De forma similar ya existen candados con detección de posición para su bloqueo o que informan si experimentan una alteración mecánica (Skylock). En el intento de rastrear la pista de tu bici en caso de robo, el pedal Connected Cycle incorpora un sensor que remite la ubicación al teléfono del usuario. Sistemas, todos ellos, que recuperan el concepto de dinamo o incorporan una pequeña célula solar para aportar la energía de funcionamiento.
Otro proyecto interesante es el casco que tienen entre manos Volvo, Ericsson y POC. Esta vez, para proteger al ciclista, contribuir a mejorar sus condiciones y reducir accidentes. Como parte de la tecnología de seguridad, este invento establece dos vías de comunicación entre ciclista y vehículo, permitiendo alertar a ambos si se intuye aproximación peligrosa independientemente de la visibilidad de la situación. El ciclista puede recibir doble alarma desde el casco, mediante vibración y emisión de luz frontal; igualmente, el vehículo obtiene una señal en forma de visualización.
Pero las novedades no son solo virtuales, también el diseño de producto las plantea. Yerka resuelve el sistema antirrobo articulando el cuadro de la bicicleta y haciendo de este el propio candado. Para el ladrón esto supone la ruina pues al romper el candado se pierde el trofeo. La seguridad también entiende de LEDS y fotoluminiscencia. Que te vean y que veas bien el camino. Varios diseños incorporan luces adicionales para proteger al ciclista nocturno. El paseo Van Gogh es un proyecto que reproduce la pintura del holandés con cientos de piedrecillas fosforescentes, apostando por los carriles inteligentes