Engranajes, poleas, bumeranes, ruedas, grúas y un larguísimo número de útiles humanos producen movimiento o están pensados para ello. Pero es necesaria la mano de su creador si se pretende que ocurra dicha moción. Excepto en algunos y muy contados casos, como en el último proyecto del arquitecto y diseñador Takuto Ohta, quien en rubbish things ha elaborado pequeñas piezas ambulantes. Sí, tal cual: madera en movimiento y sin artificios.
A la manera de Theo Jansen, esculturas cinéticas
Se puede entender cómo las grandes obras del veterano representante del arte en movimiento de los Países Bajos, Theo Jansen, comienzan a tener sus reminiscencias en el arte cinético de las nuevas generaciones. Ohta es francés, nacido en 1993 y graduado de la Universidad Nacional de Bellas Artes y Música de Tokio, y ha creado una serie de objetos orgánicos que yerran libremente, sin precisar de su interacción o la de cualquier persona.
Esta basura que rehúye a quedarse estática es la que da nombre a su trabajo, esculturas con y en movimiento, semejantes a antiguas escobas y que están compuestas por 100 largas varillas de madera que actúan en concierto, como los ciempiés: si se mueve una se mueven todas. Ohta deja que sus desperdicios vaguen sin imposiciones y sin restricciones por la sala, solo a merced del viento y del ajetreo que se genere a su alrededor, casi a la manera de los estepicursores, esas extrañas masas de polvo y plantas muertas que pueblan las películas del Oeste.
Del estepicursor al arte cinético
“Cualquier cosa está diseñada inorgánicamente por las personas, tomando formas que estaban destinadas a permanecer quietas en un solo lugar”, explica Ohta, a quien estos “cuerpos físicos fijos y atados” le transmiten “una impresión de impotencia”. Es su misión, igual que la de Jansen, que quienes vean estas rubbish things no sientan que están siendo rechazados como seres humanos, sino que provoquen el sentimiento de convivencia, que les sea posible reconocer y valorar su presencia.
El trabajo de Ohta nace con la meta de no cumplir una función específica. Mediante elementos ya conocidos, crea otros con una suerte de voluntad propia, puesto que, si son presionadas o se intentan aplastar, estas rubbish things poseen la resistencia de la madera, y volverán a su figura original, danzando por su ecosistema hasta encontrar un nuevo sitio, más cómodo y alejado de la mano humana. “Pueden ser [un ejemplo de] aquello que la gente moderna que vive en una libertad incómoda debe alcanzar”, analiza su autor.
Una basura ambulante, producto del consumismo desmedido, que ahora ya no se puede consumir, sino que simplemente existe. Queda en el aire la pregunta de si, por esa búsqueda de la comodidad para sobrevivir, tienen alma. Al fin y al cabo, ya lo dijo la poeta Francisca Aguirre: “Lo imposible es también un desperdicio”.
Vincent Leroy también trabajó con el arte cinético en la escultura monumental Halo Boreal y el proyecto Polymorphic de un grupo de estudiantes de la Universidad de Columbia tiene reminiscencias del arte de Jansen.
El diseño especulativo utiliza la libertad de creación actual para elaborar ideas y objetos que investiguen y reflexionen sobre el futuro cercano, el futuro posible o el presente no consciente.
Theo Jansen, nacido en los Países Bajos en 1948, posiblemente sea uno de los artistas más famosos del mundo en el ámbito de las esculturas cinéticas.
Aunque en inglés se denominan tumbleweed, que se traduciría como “hierba rodante”, en español su nombre es estepicursor, aunque también se le puede llamar barrilla, abarrilla o salicor.