En una torre de oficinas de Hangzhou, el estudio SpActrum ha rediseñado una de sus plantas con la intención de exhibir vestidos de novia y ser utilizada como centro artístico. Un ejercicio que ha puesto de relieve un viaje introspectivo hacia un mundo tan irreal como el que se encuentra en un backroom.
Backroom: la tierra de nadie
El 13 de mayo de 2019, un usuario anónimo de 4chan escribió un mensaje en la plataforma a modo de advertencia: “Si no tienes cuidado y te sales de la realidad en las áreas equivocadas terminarás en los backrooms”. Lo demás es historia del folclore de internet: así nace un creepypasta. Todo el revuelo que rodea a estos habitáculos laberínticos, ubicados en los márgenes de nuestra dimensión ambiental, tiene que ver con esa atracción por los “no-lugares” asociada a la despersonalización del individuo o a un sentimiento común de desarraigo. La forma de acabar en uno de estos backrooms siempre es fortuita: un paso dado en falso, una puerta que se abre por error. Y la cosmogonía de su éxito viene dada por la inquietud de descubrir que la situación pueda ser más veraz que mera leyenda urbana.
Pasillos infinitos, piscinas vacías, luz de flexo… y con el boom de las inteligencias artificiales, la estética de esos espacios cerrados ha evolucionado hacia estados espirituales que van más allá de lo conocido. El centro comercial abandonado ya no es suficiente para alimentar el relato, ahora se busca la intromisión en otros mundos mucho más liminales; un perfeccionamiento del agujero de gusano a través de simples comandos de creación digital. Y está claro que dichas escenografías límpidas, de cromática estudiada y gusto por el volumen pueden traspasar la pantalla de nuestro laptop. La evolución del interiorismo experiencial lo pone de relieve en los trabajos de diseñadores como Es Devlin, Xie Peihe o lo último del estudio SpActrum: el M2 Art Center.
SpActrum recrea en el M2 Art Center un espacio liminal
Si bien su ubicación está reglamentariamente identificada en un edificio de oficinas de Hangzhou, el M2 Art Center resulta, a simple vista, un auténtico misterio incluso para su función como área expositiva multifuncional. Sus orígenes como un gimnasio con piscina se ven relegados a algo anecdótico tras la intervención del equipo de Pan Yan. El aura etérea del proyecto se ve alimentada por el componente sinuoso que marca el patrón de diseño. Pero también por la presencia invertida de elementos como punto determinante para imbuir al visitante en un territorio extraño. Así lo aventura el recibidor, donde la cromática oscura se acrecienta con una serie de monolitos negros que descienden del techo, como piedras pulidas u óvalos que nos miran desde lo lejano, sabiendo que el viaje que se emprende es más interno que móvil.
Atravesar el gran ojo-puerta nos conduce directamente a la ficción de un verdadero backroom: la estancia principal y centro neurálgico de la actividad artística. 40 metros de largo que se desarrollan en distintas alturas, ya sea con el suelo hundido a 1,5 metros o con una zona al final elevada unos 10. Y a pesar de esta irregularidad terrenal, la simetría asusta por su perfecto cálculo. Este valle inquietante cede parte de su protagonismo a la cubierta, que parece derretirse estáticamente sobre nosotros. De esa manera, las estalactitas redimensionadas se descuelgan llevando al límite la restricción física de la gravedad; una acción posible gracias al uso de técnicas GRG y GRP en la concepción de los volúmenes. Y si no fuese suficiente, el recurso lumínico transforma a su conveniencia la percepción del mármol blanco en el entorno con juegos de luces, sombras y color.
Sin ningún mecanismo casual ni accidente espontáneo, SpActrum logra llevarnos al corazón de un backroom físico y sacralizado. De hecho, la intención desde el comienzo de la propuesta era sumergir al visitante en un viaje introspectivo mediante la perfección de la forma geométrica. El resultado deja claro que lo liminal también puede situarse en el núcleo de nosotros mismos, y que acabar allí o no es una elección propia. Aunque el camino parece más fácil y seguro si se hace a través de una arquitectura interior como la del M2 Art Center, y es que no siempre se tiene la oportunidad de habitar los límites de la vida real y saber, en todo momento, donde nos encontramos.
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Se denomina backroom a un conjunto de dimensiones externas de la realidad que se caracterizan por las estructuras arquitectónicas en bucle o monotemáticas.