A finales de los setenta, grupos como Kraftwerk o DEVO pronosticaban un futuro feliz y tecnológico. Incluso desde España, Aviador Dro veían el siglo XXI cargado de optimismo y máquinas sofisticadas. “Hemos recorrido toda la ciudad en el nuevo aerocoche de la Federación. La ciudad es hermosa vista desde arriba”, cantaban con movimientos robóticos e ingenuidad post-adolescente allá por el año 82. Han pasado más de treinta años desde que hicieran de esta letra un pequeño himno generacional, y aún no existen los coches aéreos ni es posible atravesar la ciudad desde las alturas urbanas de Blade Runner. Sin embargo, ese futuro hipotético está cada vez más cerca. Pasear Londres desde arriba podría ser posible gracias a un proyecto encabezado por Norman Foster. Y desde luego con bastante menos contaminación que en Los Ángeles fantasmagóricos de Ridley Scott.
La idea es bien sencilla: construir un inmenso carril-bici sobre la red ferroviaria de la capital británica. SkyCycle será (sería) una estructura de 220km que nace, en principio, para evitar la alta siniestralidad entre ciclistas y automóviles que actualmente ocurre en las calles londinenses. Sin embargo, lo más importante de esta utopía aérea no se encuentra sólo en la descongestión del tráfico o en la disminución de una contaminación que tiende a más infinito. Su mayor logro es que daría lugar a una generación de viajeros habituados a la bicicleta como vehículo principal. El coche perdería impacto, lo que supondría un cambio radical de paradigma. De paradigma económico -menos dependencia energética- y de paradigma medioambiental.
Pero sí, estamos en el territorio de la utopía. Primero, SkyCycle ha de aprobarse. Segundo, se necesitarán 20 años para llevarse a cabo. Y tercero, no hay que olvidar que los grandes lobbys del petróleo han movido ficha durante años para que el automóvil sea la moneda de cambio en el trasporte urbano. Pero no caigamos en el fatalismo, porque los diseñadores de la idea lo tienen claro: además del coste económico (mucho más barato que nuevas carreteras o túneles), ven ventajas sociales. Según Anna Rose, “el sistema de alcantarillado de Bazalgette ayudó a eliminar la amenaza del cólera y puso a Londres en la vanguardia de la revolución industrial; el metro fortaleció el núcleo de la capital, consiguiendo que los desplazamientos de larga distancia fueran posibles. Ahora, SkyCycle puede convertir las dos ruedas en un nuevo modelo urbano exportable al resto del mundo».
[youtube clip_id=»HgiEspxp9PQ» width=»620″ height=»»]Recientemente en El País Anatxu Zabalbeascoa afirmaba con mucha sensatez que aunque SkyCycle sea barato, resulta infinitamente menos costoso educar a conductores, ciclistas y viandantes, y simplemente trazar con pintura marcas en los arcenes y las carreteras. Y no le falta razón, pero… quién no se ha sentido atraído alguna vez por las visiones futuristas y literarias de Phillip K. Dirck, Arthur C. Clarke o Karel Capek. Desde luego en ROOM sentimos debilidad por esas arquitecturas utópicas, por esas formas idealizadas tan cercanas a la ciencia-ficción. De todos modos, con o sin carril-bici sobre los tejados de nuestros barrios, lo que viene a demostrar este proyecto es que las bicicletas no solo son para el verano. También lo son para el futuro. SkyCycle confirma algo que a estas alturas –y nunca mejor dicho- parece fuera de duda: la urbe del siglo XXI será a dos ruedas, o no será.
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