Estamos hartos de leer que el futuro será urbano. Se manejan datos cada vez más epatantes para hacernos ver lo que casi todo el mundo intuye. Las ciudades están creciendo, no se espera que dejen de hacerlo y eso conlleva anticiparse a ciertos problemas. El CCP (Cities Connection Project) es un encuentro que se lleva celebrando 12 años para que capitales europeas pongan en común dentro de un mismo foro los problemas a los que se están enfrentando y las soluciones que están adoptando. Este año asistimos en Bruselas a charlas, exhibiciones e intercambios de todo tipo entre arquitectos y universidades, todo ello organizado por esta asociación y la WBA (Wallonie-Bruxelles Architectures). Anfitriones de lujo para una cita cada vez más relevante en nuestro calendario.
Una muestra de ciudades
Los intereses que giran en torno al espacio urbano lo están convirtiendo en un bien patrimonial importante, algo tan valioso como pueda ser el románico palentino. Las capitales europeas —las de casco antiguo, ensanche y ciudad dormitorio— acogen a una variedad cada vez más amplia de usuarios que requieren una variedad cada vez más amplia de necesidades. Muchas de ellas, además, deben resolverse al mismo tiempo y en el mismo sitio. Un mal común que este año ha hermanado al área metropolitana de Barcelona, a la Valonia belga, a Luxemburgo y a la región del Gran Este de Francia en la exposición itinerante de la CCP.
Acudimos a la cita en Bruselas donde pudimos ver la selección de proyectos, visitar algunos de ellos y charlar con sus protagonistas. Un evento donde se pueden analizar y discutir soluciones concretas a problemas que, en ocasiones, son inabarcables.
Bruselas y su arquitectura en el centro de la discusión
La vivienda es la pandemia europea en la era poscovid. Es difícil encontrar un ciudadano que esté orgulloso de la gestión que se está haciendo de ella por parte de las instituciones o el mercado. Frente a esta problemática pudimos visitar ejemplos que buscaban soluciones desde distintos puntos de vista.
Tivoli clustered, de Epoc Architecture, es un cohousing coperativista. Un volumen de 8 apartamentos equipado con áreas comunes para trabajar, celebrar eventos o practicar deporte. Su peculiaridad —a parte del abaratamiento de los costes que supone un modelo asociacionista— es que los arquitectos proponen anticiparse a las necesidades de la urbe al construir una estructura modular que pueda ser reconvertida en otro uso. La versatilidad de las particiones interiores, las galerías —como transición entre lo privado y lo público— o el reparto igualitario de los hogares dentro del bloque hace que, lo que hoy es un edificio residencial, pueda transformarse fácilmente y albergar otra utilidad si el contexto lo demanda. Arquitectura certera para adelantarse a la incertidumbre.
Y, en esta misma línea, pudimos ver dos propuestas más: Cygnes, de Karbon’ architecture et urbanisme, y Duchesse, de Notan Office. Ambos han convertido inmuebles obsoletos en enclaves que ponen el énfasis en la mezcla de usuarios. En el primero se adapta un conjunto de viviendas a los requerimientos de una comunidad de ancianos que busca compartir un clima de acompañamiento común. Mientras tanto, el patio trasero se emplea para introducir un café-guardería que ejerza de punto de reunión para padres en los primeros años de crianza. Dichos planteamientos quedan unidos por un jardín que conecta dos grupos sociales muy diversos.
Estos lugares de confluencia sirven para fomentar interacciones, poniendo la vida comunitaria como modelo de convivencia urbana. Algo parecido ocurre en la obra de Notan Office, donde una edificación industrial abandonada sirve para introducir varias tipologías domésticas que dialogan, respetuosamente, con la pieza de patrimonio. Aunque esté algo más alejado de la circunstancia social, Duchesse también juega habilidosamente con la mezcla de habitantes al combinar distintas clases de casas y situaciones en un mismo recinto.
El CCP más allá de Bruselas
Si empezamos a pensar en la protección del paisaje urbano, las intervenciones de renovación empiezan a tomar un peso aún más relevante. En este aspecto, la selección de proyectos realizada en la muestra incluía algunos casos que trabajaban para recuperar zonas abandonadas. Estrategias para reocupar la ciudad.
En Charleroi —aún en la Valonia belga—, los estudios AgwA y Architecten Jan de Vylder Inge Vinck desmontaron las fachadas del palacio de exposiciones para adaptarlo a una realidad más plausible. Los grandes pilares y la cubierta industrial resguardan de la lluvia en un lugar que ahora queda abierto, y que sirve de antesala a la zona del complejo que aún conserva la función expositiva. Resulta esperanzador ver cómo desarmando una gran mole se puede obtener una plaza vertical y una nueva escenografía.
Eclecticismo arquitectónico en Barcelona
H3o arquitectes se descolgó para la exposición con una propuesta para dar un uso más desenfadado a la plaza del Parque de las Glorias (Barcelona). Asamblea Nómada era una intervención desarrollada dentro de la edición de 2023 del Model. Festival de Arquitecturas de Barcelona, con la que el equipo catalán se adueñaba del espacio bajo la famosa pérgola del Mercat dels Encants de una manera orgánica y variada. La idea consistía en desprenderse de la rigidez a través de un mobiliario irreverentemente divertido, que pudiera desplazarse para generar varias situaciones. Un homenaje rosa al pop, al eclecticismo, al reciclaje y a la indecisión que recordaba al trabajo que People’s Architecture Office realizaban hace unos años. Una apuesta que se arriesga a fusionar para ampliar el espectro del interés, y que entiende que para querer gustar a la mayoría hay que saber decepcionar un poco a todos.
Dentro de las acciones en Barcelona, nos gustó la charla que José Toral nos dio sobre la construcción Living lattice, de Peris + Toral. En ella nos habló de cómo cuidaban este bien patrimonial, tratando los flujos de aire de una manera sensible y cuidada por medio de un bloque; además, propuso una reflexión sobre la obsolescencia de algunos ambientes.
El sótano —normalmente destinado al aparcamiento— sobrepasaba la línea de la edificación para obtener una franja de iluminación y ventilación natural. Un hecho que amplía su versatilidad de cara a un futuro en el que el vehículo privado no sea viable en el centro de las ciudades. Este planteamiento recuerda a la imagen futurista de Oslo que Kerren Lumer-Klabbers retrata en la serie The Architect, pero con un punto de partida mucho más esperanzador.
Una rehabilitación comunal en Luxemburgo
Por último y como representante de la parte de Luxemburgo del encuentro, destaca una obra de Kaell Architecture que se aleja de las visiones distópicas o exhibicionistas, pero que también trata la gestión de nuevas utilidades a través del diseño espacial. En un barrio completamente residencial, una de las casas unifamiliares es comprada por los vecinos para evitar su derrumbe. En ella se realiza una intervención que pone el foco en trabajar los recorridos para conectar los dos volúmenes de la parcela —una vivienda y una tienda de decoración— e introducir nuevos usos en cada uno de los cuatro niveles.
Mediante la rehabilitación de los estucos, la recuperación de la estructura de piedra y un ejercicio de interiorismo que desarrolla un gradiente entre lo público y privado, la intervención de los arquitectos consigue insertar salas de exposición, un taller de yoga, zonas de trabajo y un bar dentro de un mismo contenedor. Dentro de una figura agotada en una barriada monótona, la variedad —a pesar de las adversidades— florece entre el asfalto igual que las plantas.
De Bruselas a la siguiente etapa
El CCP es un evento que facilita este tipo de encuentros. Una cita en que arquitectos de diferentes localizaciones y generaciones contrastan ideas, y donde se discuten modelos de gestión, costes o soluciones constructivas. Esta conversación sucede en la universidad y en la exhibición, pero, sobre todo, sucede en el exterior. Las visitas a los proyectos se hacen con los inmuebles en funcionamiento, con las aceras en marcha, con la lluvia y con el viento. Esto hace que se pueda percibir una atmósfera y que el análisis vaya mucho más allá de los elementos formales. Nos hace participar del patrimonio existente que poseen nuestras ciudades, y nos hace ver el museo de la calle.
Es un encuentro creado hace 12 años que tiene como misión conectar ciudades europeas con una tradición arquitectónica importante.
Este año, en su séptima edición, participan en la exposición el trabajo de arquitectos del área metropolitana de Barcelona, de la Valonia belga, de Luxemburgo y de la región del gran este de Francia.