Lo original y lo natural, dicen, está de moda. Pero pocos espacios apelan a nuestro instinto más primitivo de la manera en que lo hace el restaurante Nikunotoriko en Tokio. Ideado por el arquitecto Ryoji Iedokoro, con tan solo una rápida ojeada a sus diferentes áreas sabemos que todo lo que allí suceda superará las expectativas. Y con creces.
“Bajo el hechizo de la carne”. Esa es la traducción del nombre de un establecimiento ambientado como un bosque con cuevas y arroyos donde los comensales vienen de caza y cocinan alrededor de un fuego. Todo sucede más o menos así, con la diferencia de que la carne ya está cazada y el fuego se encuentra en las cocinas.
El restaurante está ubicado en el bullicioso barrio de Roppongi. Allí, la modernidad iluminada de neón y los relucientes rascacielos se levantan en medio de boutiques y bares nocturnos. Nikunotoriko consta de dos niveles de unos 65 m² con capacidad para menos de 50 clientes. En la planta baja, una gran mesa de vidrio ahumado preside la estancia con un río que transcurre bajo su estructura. Las paredes y los techos están hechos a mano con mortero, evocando al interior de una cueva.
En un homenaje manifiesto a Kengo Kuma y el organicismo nipón que desarrolló en Stonescape & Naturespace, la planta superior es un bosque hecho con 126 tubos de acero que funcionan como percheros, plantas simuladas y mesas a diferentes alturas. Al igual que en la montaña, nos sentamos en el suelo -aunque con almohadones- junto a la lumbre. El contraste entre la comida servida y el entorno diseñado propicia una experiencia culinaria y sensorial que nos aleja del estridente mundo exterior y que, a la vez, nos conecta con una necesidad contemporánea de lo salvaje. Esa tendencia que la feria parisina Maison & Objet supo ver en su proyecto Wild.